Este es el cuarto capítulo del que quiero que sea una travesía de ideas que aboguen por la renovación necesaria de la Semana Santa de Linares, su necesaria adaptación a la época en la que transita y la esencial labor de reenganchar a las personas a las hermandades y cofradías. Un camino que no solo descubrirá los puntos débiles, sino también los fuertes de la ciudad que vio nacer al padre del estilo de cornetas y tambores, que fue cuna de las cuadrillas de costaleros en la provincia y que posee un tesoro musical inigualable.
Continuamos en la travesía de esta sencilla y humilde columna de opinión con uno de los temas más controvertidos y que más ha frustrado las aspiraciones de la Semana Santa linarense. En un año en el que se celebrar el 25 aniversario de la declaración de interés turístico nacional de la misma, viene como anillo al dedo tratar el tema del tiempo como ente imprescindible en la preparación de acontecimientos importantes, una asignatura pendiente incrustada en el seno del ente agrupacional de hermandades y cofradías que aún golpea con asiduidad la estabilidad de muchos proyectos en ciernes.
Y es que el tiempo es un factor necesario en la creación y maduración de los proyectos que requieren un profundo impulso y elaboración muy comedida que no se vio en acontecimientos para la historia como la Magna Mariana Regina Fides o actos ordinarios como la presentación del cartel de la Semana Santa y el Vía Crucis Oficial de las Hermandades, algo similar a lo que el máximo organismo cofrade de la ciudad pretendía llevar a cabo en la posible procesión magna auspiciada en la celebración del mencionado 25 aniversario de la declaración de interés turístico nacional.
Sin comunicación oficial y a escasos dos meses, era algo más que inviable de cara a preparar un evento de tales dimensiones. Sin promoción y de cara a cubrir un expediente que si bien, no fue cubierto por Regina Fides, ha venido para cometer errores similares aún sin conocer los detalles de tan magno acontecimiento y que ya ha sufrido el varapalo final por parte de quien tiene la última decisión en este tema.
No con ello vengo a afirmar que ese haya sido el motivo por el que reprobar tan ansiado acontecimiento, que cada uno saque sus propias conclusiones, lo que sí está sumamente claro es que la necesaria línea de trabajo que pretende alcanzar el éxito implica esa necesidad de madurar los proyectos, de calado o no, y de censurar las prisas que han llevado a la Semana Santa a toparse con un muro infranqueable que no es otro que la improvisación.
Asimismo, buscar culpables en el mundo de las cofradías es un juego de niños que poco tiene que ver con el orbe en el que nos movemos. No obstante, aprender de los errores debe ser imperativo en estos casos en los que la globalización de nuestra sociedad nos pone muy al alcance modelos de éxito a los que agarrarnos. Solo hay que mirar a otras ciudades- caso de Vélez Málaga o Puente Genil- , no solo capitales, en las que la maduración de los proyectos ha fructificado con tiempo y cariño hacia ese paradigma de éxito en el que sus Cofradías se han visto beneficiadas a la luz de meses e incluso años de trabajo incansable.