El año que cada uno vivió la Semana Santa de su ciudad

Cuando ya estaban claras las medidas de limitación establecidas por las autoridades para Semana Santa, las cuales no eran nuevas, sino que acentuaban lo que ya se venía haciendo hasta ahora, se leía el lamento de los cofrades en la diáspora, que con todo el dolor de su corazón, este año no podrían estar en la tierra que les vio nacer disfrutando de sus Cofradías y Hermandades y para sorpresa, se escuchaba el lamento de otros cofrades que suspiraban entre rabia lamentándose que este año, no podrían vivir la Semana Santa en otros lugares de la geografía y que “se tenían que aguantar aquí”.

Lo que son las cosas pues por un lado vimos como los corazones anhelaban el estar en su ciudad de origen, con su gente, viviendo tradiciones de siempre, disfrutando con sus corporaciones y en definitiva saboreando su semana más grande y en la cara de la moneda, vimos ese pataleo y rechinar de dientes de tener que aguantarse con su ciudad.

Esta Semana Santa, fue el año de muchas circunstancias y entre otras, fue el año en el que los cofrades vivieron la Semana de Dios de su ciudad o pueblo, fue el año en el que durante siete días compartieron las vivencias de sus corporaciones y se tuvieron que conformar con ver el sentir de la ciudad que les vio nacer ¡menuda penitencia, eh! Quizás, en vez de patalear, lo que deberíamos de hacer es ponernos a trabajar por las Cofradías y Hermandades de nuestras localidades en vez de dar tantas recetas que se apuntan de fuera.

Conocer la Semana Santa de otros lugares enriquece y yo soy el primero que en años anteriores me desplace a otras ciudades para conocer sus corporaciones más destacadas en la calle o en los días previos. Está claro que uno puede ir donde quiera, pero lo que no se puede es tratar con desprecio a las Cofradías y Hermandades de su tierra por tener que vivir con ellas una Semana Santa.

Creo que coincidiremos, en que nuestras Cofradías y Hermandades han trabajado duramente en estos últimos meses y con la ilusión y ganas de siempre han preparado esta Semana Santa para mayor gloria de Dios y pensando en sus hermanos. Nuestros directivos, que están al pie del cañón merecen nuestros respetos y por supuesto, nuestras corporaciones y sus titulares. Que esta experiencia, nos sirva para mirar nuestro punto de partida y trabajar por nuestras corporaciones en nuestras localidades, las cuales necesitan de contra más manos, mejor que mejor.