El Cirineo, Opinión

El Cirineo | La Diputación de Córdoba convierte la Iglesia de la Merced en un circo

La última polémica acaecida por el uso de la Iglesia de la Merced, propiedad de la Diputación Provincial de Córdoba, pero cuyo uso religioso está cedido a la Diócesis de Osio, ha permitido demostrar que el organismo público, que vive de los impuestos de los cordobeses, incluidos los de los ciudadanos católicos, representa a todos los habitantes de la provincia, incluidos los católicos, y está gobernada por el PSOE, ha convertido la Iglesia de la Merced, un templo que no está desacralizado, -que tal vez alguien debería recordárselo a quien corresponda-, en un circo, con sus animales, como atestiguan las fotografías del burro que formó parte de la representación de este sábado, y con payasos que viven del erario público, muchos payasos, algunos mintiendo a diestra y siniestra y otros tomando decisiones que un auditor independiente podría llegar a sospechar que solo tienen por objetivo perjudicar a la incipiente hermandad mercedaria.

Consciente de que el asunto se le había ido de las manos, la vicepresidenta segunda de la institución provincial y responsable de Gobierno Interior, Felisa Cañete, explicaba este mismo sábado que cuando se recibió la petición de esta hermandad para celebrar el Pregón de las Siete Palabras se le comunicó a la Quinta Angustia que la Iglesia de la Merced estaba ya solicitada por la Agrupación de Cofradías de Baena para la representación del Auto Sacramental ‘Tras los Pasos de la Resurrección’, que se celebró este sábado. Una respuesta tan concreta como fácil de contrastar o desmentir, simplemente cruzando fechas. Un sencillo ejercicio que podría dejar por mentiroso al más pintado.

Pero lo más hilarante de toda esta situación no es que un organismo público, presidido por el PSOE, ningunee a las cofradías cordobesas, no es la primera vez que ocurre en esta bendita ciudad. Recuerden el acoso y derribo del gobierno municipal de Isabel Ambrosio contra la Pro Hermandad de la O, a cuenta de la salida procesional de la cofradía de vísperas desde la antigua cárcel provincial de Córdoba. Un enojoso asunto que solo pudo ser reconducido cuando el cambio de gobierno en Capitulares terminó con la persecución a esta cofradía cordobesa, perpetrada por cierto sector de la izquierda de la ciudad, no solo del PSOE. Por cierto, una de las responsables de aquel acoso, cuyo nombre podría haber elegido el mismísimo Luis Eduardo Aute, sigue viviendo actualmente de nuestros impuestos pero colocada, o enchufada, denominénlo como quieran, precisamente en la Diputación. Por ello, que me voy por los cerros de Úbeda, no sorprende que otro organismo público, presidido por el socialista Antonio Ruiz Cruz, continúe ejerciendo este ninguneo, de manera más o menos sibilina, contra una cofradía cordobesa que hace una labor social mucho más importante que la que realiza la mismísima Diputación toda vez que no lo hace con el dinero de los cordobeses sino con el de sus propios hermanos, que repartir subvenciones lo hace cualquiera. Lo más sorprendente es encontrar determinados nombres detras de esta persecución, corresponsables de este ninguneo, a poco que se rasque y se pregunte un poquito. Y es que determinados cofrades deberían preguntarse, y de paso explicar, por qué llevan años haciendo lo que están haciendo contra la Quinta Angustia. Les reconozco que a mí, que conozco personalmente a alguno de ellos, es un asunto que no deja de sorprenderme y que me encantaría aclarar cara a cara algún día, porque me parece sorprendente, increíble, irracional e infantil. Y porque se está haciendo daño a una cofradía cordobesa. Que intenten dañar a las hermandades o a la Iglesia sectores de la izquierda y la extrema izquierda, ciertos panfletos radicalmente anticlericales o los cuatro catetos que se manifiestan periódicamente para robarle a los cristianos la Catedral de Córdoba entra dentro de lo previsible. Que haya cofrades que perjudiquen a otros cofrades es algo incomprensible, bochornoso y patético. Bastante nos atacan nuestros enemigos como para apuñalarnos entre nosotros.

Se mire como se mire, expulsar a la Quinta Angustia del templo que es su sede canónica impidiendole celebrar un pregón programado con tiempo suficiente, anunciado con tiempo suficiente, comunicado con tiempo suficiente y autorizado para meter a un burro en la Iglesia es infame. Pero al mismo tiempo es la perfecta metáfora de lo que algunos quieren hacer desde hace décadas, desterrar todo lo que huela a incienso, culto, cofradías, Iglesia y sobre todo a las personas que las conforman, para que los burros se apoderen de todo. Tomen buena nota de cuál sería el futuro que le espera a la Mezquita Catedral si algún día cayera en las sucias manos de quienes pretenden robársela a los cristianos porque las elocuentes fotos que encabezan esta reflexión bien podrían ser un adelanto del futuro que le espera al templo Mayor de la Diócesis de Córdoba.