El viejo costal, Opinión

El viejo costal | Agua, camino y vida

La tan ansiada lluvia, esa bendición del cielo, creadora y sostenedora de la vida en nuestra tierra, esa purificadora del aire que respiramos, esa que tanto han deseado los que de la tierra viven, la responsable de que los frutos nos alimenten dados por la tierra, la mayor benefactora de la agricultura, de ese llamado sector primario de la economía, vilipendiado por los que creen que la economía ha de fundamentarse solamente en el sector turístico, cerrando los ojos y la boca a la mayoría de alimentos que nos mantienen con vida.

Esa agua, que cuando del cielo cae genera un auténtico río de beneficios y de riquezas, esa agua, en forma de lluvia quiso encaramase sobre cada uno de los rocieros que de Córdoba salían, y desde las mimas puertas de San Pablo. La lluvia bendecía el suelo, el Simpecado,  y destemplando el pellejo de algún tambor, haciendo que el sonido de los tacones se viese acompañado por el tremolar al aire de los plásticos de muchos, y coloridos paraguas e  impermeables.

Banderas y estandartes, movidos al viento, hacían honor a la resistencia y capacidad de los brazos que los portan, paso a paso, de poquito a poquito, así van pasando de Capitulares a la calle Feria, paraguas que ayudan a evitar que el agua enfríelos corazones que laten con fuerza desde el mismo momento que el Simpecado se erige en el centro de su bendita carreta, comitiva que busca salir de la ciudad, la intimidad y la soledad de la campiña, cielo y tierra igual que si fuese en la mar.

Y ahora al campo, ahora de la ciudad para afuera, ahora silencio, golpeteo de lluvia en nuestra cabeza, bendición del cielo, que mi corazón se acelera, ahora campo, silencio, única oración acompasada la de las esquilas del tiro, y música de tacón.

Este año así se han bautizado los rocieros de Córdoba, así desde sus primeros pasos del camino, que no hay agua en el vado del Guadiamar, ese que se conoce como Quema, pues la verdad que ya no nos hace falta.

Agua y camino, camino y agua, bendición del cielo, esperando refugiarse en los ojos de la Reina del Cielo, así ya fue pregonada en el 2011: “rezar sin verla, consuelo de mis penas, la razón de la alegría es libertad y cadena, del que a verla vino un día y ya no vive sin verla”

Y yo sigo preguntándome, ¿Será que la Virgen del Rocío bendice así nuestra tierra? ¿O es que seré rociero, a pesar de estar encerrado en Córdoba, en esta mi tierra?