Corría el año 1719, cuando D. Juan Prieto con una gubia entre sus manos, y tallando una madera consigue mostrar la esplendida belleza de una cordobesa sin par, y tras tres siglos de devoción del pueblo de Córdoba, el nueve de mayo de mil novecientos sesenta y cinco decide el Reverendo D. Bueno Monreal coronarla, una significativa alegría para la Orden Tercera Servita, fruto de tres siglos de devoción a los siete dolores de María.
La primera virgen coronada de nuestra ciudad, claro ya habrán adivinado que estamos hablando sin ninguna duda de la Virgen de los Dolores de Córdoba, la Señora de Córdoba.
El trece de mayo de este año nuestro por decreto del actual Monseñor Demetrio Fernández su iglesia de San Jacinto ha sido declarada como “Santuario de Nuestra Señora de los Dolores Coronada”, afirma en su decreto Monseñor “por un motivo de peculiar piedad, acuden en peregrinación numerosos fieles”, y es que de mayo va la cosa, del mayo mariano de toda la vida, nuestro tradicional mes de mayo.
No viví en directo aquel momento de su coronación, pero existen imágenes que les recomiendo que vean, para comprobar como fue el señalado momento de nuestra primera coronación canónica en nuestra ciudad, observen con atención a los asistentes, el orden, el protocolo y esas cosas que tanto dicen de los que organizan.
Entre su ajuar existen piezas maravillosas de las que destacan sus cinco mantos, que por orden de antigüedad son: el de Alburquerque, el de las Palomas, el de los Bolillos, el de los Dragones, el de Camarín y el de los Alféreces, solo los dos últimos son posteriores a su coronación, además dispone de incontables joyas.
Por estos más de tres siglos de devoción mariana, por ser la primera coronada canónicamente en nuestra ciudad, por la devoción que le tiene el pueblo de Córdoba, es por lo que no se le puede tildar de nada, ni se le puede apostillar de nada por nadie, menos aún siendo cordobés.
Nunca ningún cristiano usará un adjetivo para descalificar, siendo además de irreverente, una auténtica aberración, y una muestra de desconocimiento absoluta de su historia, de su obra social, de la Orden Tercera Servita, cuya denominación oficial es “Venerable Orden Tercera de Siervos de María Santísima de los Dolores”, por lo que ningún mariano podría señalar nada en su contra.
Mucho menos gritar en presencia de quien va a llegar, señalando con desprecio a quien en todo le precedió y que ya está, empobreciendo con su acto la que podría ser una efímera victoria, aún por llegar, y es que la vida del mal cofrade, las más de las veces, está llena de codazos para poder abrirse hueco, y solo entiende el codazo como idioma.
Hay que evitar bochornosos espectáculos de esperpentos, hay que subir a golpe de mantenerse años, siglos, a golpe de seriedad, de formalidad, de protocolo exhaustivamente aplicado, de estaciones penitenciales perfectas, de rigurosidad en vestimentas y orden, es esa la diferencia entre el estar ya y el llegar después.
Cuando se nombra una hermandad en la calle, sea la que sea, a de tener en cuenta, que tras cada una existe una historia, y que todas estas historias son merecedoras de respeto, y que mejor que ofender es callar, el silencio es difícil que ofenda, que no podemos enaltecer a una a costa de otra, ya que a veces sucede que a la que se ofende ya llegó hace muchísimos años y que además fue la primera en llegar, mientras otras aún están de camino y pendientes de llegar.