La Banda de la Estrella y los Dolores rinden homenaje a Manolete

2017 es el año en el que Córdoba celebra el centenario del nacimiento de Manolete, para muchos el mejor torero de la historia, que nació en el barrio de Capuchinos y profesaba una incuestionable devoción por la Virgen de los Dolores. El mundialmente conocido diestro paseó por plazas de toros de todo el mundo su capote de seda y oro en el que sobresalía el busto de la Virgen de los Dolores.

Con motivo de esta efemérides, la corporación servita y la Banda de Música de la Nuestra Señora de la Estrella, que acompaña a la titular mariana de la Cofradía de San Jacinto cada Viernes Santo, han querido rendir un sentido homenaje en forma de música al más importante de los Califas del toreo. Y lo han hecho a través de la incorporación al repertorio de la excelente formación musical cordobesa de la marcha Paz Eterna, de Maria Teresa Texidor, hija de Jaime Texidor, que se compuso como homenaje al recién fallecido torero allá por 1947.

Una marcha que sonará tras el paso de la Señora de Córdoba el próximo Viernes Santo y que en la mañana de este domingo ha sido interpretada, reestrenada –Volver a estrenar obras ya ofrecidas al público con anterioridad, según el Diccionario de la RAE, por la banda de la corporación de la Huerta de la Reina, en un intenso concierto, con San Jacinto a reventar, en el que la pieza ha compartido escena con otras marchas sublimes como Virgen de los Dolores de Enrique Baéz, Virgen de los Dolores de Francisco Melguizo, Los Dolores de José de la Vega y Reina de los Servitas de Juan Antonio Pedrosa , en la que ha sido una cita ineludible para los amantes de la música procesional con mayúsculas.

Tras el agradecimiento de la hermandad y la entrega de un presente, que ha consistido en el libro del Cincuentenario de la Coronación Canónica de la Virgen, obra de Juan José Jurado, la Banda de la Estrella quiso regalar a la Reina de los Servitas y todo el público asistente la maravillosa Saeta Cordobesa de Pedro Gámez Laserna, probablemente una de las mejores marchas que nunca han sido escritas, que puso el brillante broche final para una mañana de música y cofradías para el recuerdo.