La Hermandad del Rocío de Triana ha aprobado Cabildo Extraordinario la restauración del Simpecado de 1936. La cita tuvo lugar este martes 4 de abril en la casa hermandad de la Calle Evangelista y con anterioridad a la adopción de una medida al respecto, los hermanos han recibido toda la información acerca del actual estado que presenta a través de un detallado informe elaborado al efecto.
La decisión de realizar un nuevo Simpecado fue adoptada en enero de 1936 encargándose su diseño a Ignacio Gómez Millán, quien supervisó minuciosamente la ejecución de los bordados que se llevaron a cabo en el taller de José Caro Márquez. Además de lo novedoso de su diseño, hay que poner de relieve la originalísima y vanguardista idea de representar a la Santísima Virgen mediante una imagen de talla, en lugar de pintada o bordada como hasta el momento se hacía, siendo el imaginero Antonio Castillo Lastrucci, el artista seleccionado para su hechura. Por su parte, la confección de las piezas ornamentales se encomendó al buen hacer del orfebre Jorge Ferrer Caro.
Fue bendecido el 17 de mayo del mismo año en el convento de San Jacinto, actuando como padrinos el Hermano Mayor de la Hermandad del Cachorro y su esposa, dada la estrechísima vinculación que siempre existió entre ambas corporaciones. Su diseño responde al estilo regionalista impuesto en la Sevilla de la Exposición de 1.929, del que Gómez Millán es fiel seguidor. Mediante soporte original de terciopelo verde oscuro, color de la Hermandad y símbolo de la virtud teologal de la Esperanza, el diseñador propone una obra en la que, entre espacios calados que rodean al óvalo central, la imagen de Nuestra Señora del Rocío aparece sostenida por una nube de ángeles. El conjunto está rematado en su parte superior por una Blanca Paloma coronada, símbolo del Espíritu Santo de Pentecostés, bajo cuyas alas extendidas se desarrolla la composición.
La obra presenta un rica simbología entre la que destacan las columnas salomónicas que flanquean la obra que simbolizan la unión de Cielo y Tierra. Bajo la Blanca Paloma se ubica una corona, símbolo de la Realeza de María. Los calados situados entre las columnas y el óvalo central cumplen su cenit cultual y mayor expresión durante la Romería, al ser traspasados por los rayos de luz que representan al Dios Padre, el acceso a la Divinidad. La imagen de Nuestra Señora del Rocío, pieza central de la obra, se representa como Mujer del Apocalipsis coronada de estrellas, vestida de oro y con la luna bajo sus pies.
Entre sus manos, sostiene y mira humildemente al Niño ofreciéndolo al pueblo; el Hijo se muestra sonriente en actitud de bendecir, mirando a los fieles y sustentando entre sus manos el cetro y la bola del mundo. El óvalo que rodea a la Virgen lo constituye una guirnalda formada por setenta y dos brillantes y cincuenta y cuatro amatistas que simbolizan virtudes marianas. El brillante simboliza soberanía, incorruptibilidad, sabiduría y firmeza. La amatista modestia y humildad.
Como basamento de las columnas salomónicas aparecen los escudos de la Ciudad de Sevilla y el Cabildo Catedral, y al centro, bajo la imagen de la Virgen, el de la Hermandad y el de armas de los Duques de Montpensier, hermanos protectores y benefactores de la corporación. Los motivos ornamentales vienen constituidos por hojas, grecas, roleos y guirnaldas de rosas, símbolo de la Inmaculada Concepción de María, jazmines, que a su vez representan la gracia y amabilidad de la Virgen, y geranios, flores con las que se pretende encarnar la sencillez, resistencia y virtudes del pueblo fiel de Sevilla.
A partir de los años cincuenta, se ejecutan una corona, un juego de ráfagas y rostrillo para la Virgen realizados en oro y brillantes, una peana con tres cabezas de ángeles realizadas en marfil que sustituye a la realizada por Castillo Lastrucci, dos ángeles conmemorativos del 150 aniversario de la Hermandad, una corona real de pedrería que cubre la bordada original, una espiga, símbolo de unidad y fraternidad, y una rama de olivo como símbolo de la paz, todas realizadas por don Emilio García Armenta. El reverso de la obra recoge el símbolo Ave María rodeado de la plegaria Regina Roris Ora Pro Nobis, como jaculatoria ideada por su diseñador a modo de oración constante en honor a María Santísima del Rocío.