Los cristianos y por lo tanto los cofrades, llevamos en nuestro ADN ser personas de esperanza en mitad de nuestro mundo. Nuestro Dios, es un Dios de vivos y no de muertos y la fe, es nuestra mayor fortaleza ante los momentos de dificultad, donde la oración se convierte en un arma más que poderosa.
Los cristianos somos así, pese a que en estos primeros días del año, estemos viendo como la cartelería cofrade llama a la puerta y con ella, aparecen nuevos elementos en los mismos como la mascarilla. ¡Cuánto artista creativo tenemos a nuestro alrededor! Ahora que nuestro mundo necesita esperanza, necesita encontrar consuelo en el rostro misericordioso de Cristo, de rezar el rosario mirando a María, pues ni más ni menos, algunos plantan tan tranquilos la mascarilla, cual si fuera el sudario que envolvió el cuerpo sin vida de Jesús o el pañuelo que consuela a María.
¡Cuánta fe necesita nuestro mundo! Los cofrades, en mitad de estos días oscuros de pandemia, estamos llamados a llevar esperanza a nuestro alrededor y desde luego, poniendo una mascarilla, dudo que lo logremos.
Mención aparte merecen otros carteles más atrevidos, que editados o no por una institución, Cofradía o Hermandad, hasta se atreven a ponerle una mascarilla a una imagen sagrada, contando con un aplauso de algunos cofrades (para sorpresa de otros) y sin pedir el desagravio por parte de las corporaciones a las que les afecta.
Creo que las juntas de gobierno y cofrades de nómina debemos de pedir seriedad y rigor, mostrando nuestra sensibilidad cristiana y por otro lado, poniendo las cartas sobre la mesa para frenar iniciativas de este tipo, que en ocasiones, rozan lo irrespetuoso.
Animemos pues a que; los ciudadanos cumplamos nuestras obligaciones en esta alerta sanitaria y llevemos siempre nuestra mascarilla homologada, como cofrades llevemos el consuelo de Dios y como directivos a que los experimentos sean con gaseosa.