La vara del pertiguero, Opinión

La cara oculta de la luna

Pocas personas saben la cantidad de trabajo que genera una cofradía. Pero no solo en cuanto al remunerado, que ese sí que se pregona. No, queridos lectores, yo me refiero al trabajo desinteresado que muy pocos hermanos realizan dentro de su corporación.

Dice el Evangelio que la mies es mucha y los obreros pocos… Pues bien, esto mismo se cumple en las cofradías. Los montajes de altares y de pasos, la preparación de la formación y los cultos, la conservación de las instalaciones de las hermandades, más un largo etcétera de pequeñas labores, muy exigentes en cuanto a ocupación, se yerguen como caballo de batalla cotidiano de muy pocos hermanos.

Todo esto es la cara oculta de esa luna que disfrutamos en Semana Santa y en las extraordinarias, pero que debe existir para que la hermandad goce de buena salud y cumpla con sus finalidades. Por eso, cuando pensamos en salir a las calles o en realizar un acto determinado, algunos de los que conocemos la realidad interior de nuestras corporaciones, antes que animarnos, nos estresamos. Es demasiado trabajo y esfuerzo puesto siempre en las mismas manos.

Sin embargo, cuando las cosas salen adelante y contemplamos el resultado de nuestro esfuerzo, sentimos una pequeña satisfacción en el corazón que muchas veces adormece la sensación de hartazgo. Incluso ante las críticas más hostiles, nos reconforta saber que, si no fuera por esas pocas manos que se ponen en marcha, en verdad no tendría nadie nada que criticar. Y eso, como entenderá todo buen cofrade, es mucho peor.

De este modo, con el curso ya comenzado, hemos de mentalizarnos y prepararnos para la larga batalla que nos aguarda. Hay que rezar para que Dios envíe más obreros, para que nuestros hermanos comprendan que, sin su dedicación, la carga aumentaría demasiado y sería capaz de colapsar aquello que tanto aman. Tenemos que rezar y actuar para que los cofrades se conciencien de que arrimar el hombro no es solo una opción, sino también una necesidad imperiosa.

Mientras tanto, hay que continuar con la brega. Tenemos coronaciones, aniversarios, exposiciones, extraordinarias… Tenemos los cultos y actividades propias de todo el año… Tenemos en definitiva una gran labor por delante. Y no paro de pensar en que esa cara oculta, tan poco valorada en algunos casos, se va a hartar de echar horas. Esperemos al menos que su esfuerzo sea reconocido dignamente por cuantos se mantienen en la cara visible.