A las 19:00 h. numeroso público se agolpaba en la plaza de los Terceros para ver salir a la titular gloriosa de la Sagrada Cena. La Virgen de la Encarnación volvió a recorrer las calles de la capital acompañada por numerosos devotos que pudieron verse a lo largo de todo el recorrido.
Un cortejo donde todos iban con mascarillas, una organización exquisita y los primeros compases que llevaron a la imagen hasta Ponce de León, en un paso exornado por nardos, rosas blancas y flores de talco, no sin antes ser saludada por las representaciones de las hermandades de Santa Lucía, el Rosario y la Exaltación en la calle Capataz Manuel Santiago.
Después enfiló Santiago, Cardenal Cervantes, y asomó por la plaza de San Leandro. Caía la noche, las luces se encendían y regresaban los contrastes. En el interior del convento la misa se seguía con el habitual mutismo de los cenobios y en la pila del Pato el gentío iba en aumento, algo que también sufrían los bares próximos.
Tras tomar Alhóndiga y Dormitorio, la Virgen llegó a plaza del Cristo de Burgos, continuó por San Pedro y terminó perdiéndose por Doña María Coronel, enfilando los últimos tramos de su recorrido. Después, Bustos Tavera, nuevamente plaza de los Terceros y la calle Sol. La entrada, prevista para las 22:00 h. se retrasó más de veinte minutos. Con la titular gloriosa en el interior del templo, la banda de música Maestro Tejera interpretaba «Rocío» y el público estallaba en aplausos. Después llegó la «Marcha Real», y a las 22:24 era otra vez los aplausos los que aparecían en escena. Una jornada que se cierra con la Virgen de la Encarnación, un domingo que vuelve a recordarnos a los de antaño.