Cruz de guía, Opinión

Luces y sombras de la mayor procesión del año

Una espléndida jornada. Ese sería el titular más adecuado para resumir lo que se vivió el pasado sábado en la capital de la Costa del Sol de la mano de la Procesión Magna diseñada por la Agrupación de Cofradías para la conmemoración de su centenario. Por un momento retornamos a los años dorados de la Semana Santa, el instante del auge de las Cofradías en una etapa dorada que creíamos infinita.

Sin duda, esa rememoración reseñada en la tarde-noche del 30 de octubre puso el sabor dulce a un año amargo dominado por la incertidumbre y el temor, y culminó en el preludio de una nueva Semana de Pasión comprimida en una única jornada que, a pesar del éxito, tuvo también ligeras desavenencias que amenazaron con ensombrecer este día para la historia.

Comenzando por los puntos fuertes del que, sin atisbo de duda, está predestinado a ser el evento cofrade del año, quiero reseñar la inmejorable puesta en escena de las 16 Cofradías participantes cuyos tronos relucieron más que nunca en un escaparate abierto al mundo que ha servido para relanzar la fama de la Semana de Pasión malagueña al mundo. Y es que el auténtico museo andante que se prestó en la calle el pasado sábado puso de manifiesto la riqueza artística de las Hermandades de la capital y el poder económico que dejan entrever esos enormes buques y su sinfín de detalles que deslumbraron a todo visitante que se acercó a estas tierras bañadas por el mediterráneo.

Asimismo, otros de los grandes hitos de la magna fueron las formaciones musicales. Las bandas que acompañaron a los inmensos tronos demostraron el trabajo de ejecución y pulcritud musical de las piezas musicales interpretadas a lo largo del extenso recorrido de cada Hermandad, sobrepasando exponencialmente la dificultad añadida que supone haber estado casi dos años sin procesionar y me atrevería a decir sin ensayar. Una sólida labor que se materializó en la configuración de binomios nunca antes vistos en la Semana de Pasión malagueña, como el de la banda de la Redención de Sevilla y el trono de la Pollinica, cambios de estilo revolucionarios, como el de Virgen de los Reyes y el trono de Jesús de la Sentencia y consolidaciones, como la de la banda de la Trinidad tras Jesús el Rico o la B.C.T. El Carmen de Málaga tras el Resucitado.

Unido a todo esto, otro de los grandes hechos que nos proporcionó la Magna fue la masificación de las calles y la recuperación de estampas propias de Semanas Santas pretéritas, especialmente, en las inmediaciones del recorrido oficial, que supuso la consolidación de la recuperación de las salidas procesionales en todo su esplendor.

No obstante, no solo fueron luces las que brillaron durante la celebración del evento. Y es que la magna corroboró que existen muchos aspectos que apuntalar, todavía, y algunos errores que amenazaron con deslucir la tarde. Factores previstos, lejos del sentido común, que han supuesto el desencadenamiento de una gran red de críticas a lo largo y ancho del orbe cofrade.

Por iniciar con el más notable. El inabarcable recorrido oficial que diseñó la Agrupación de Cofradías con ánimo recaudatorio conllevó un insufrible calvario interminable para todas las Hermandades participantes. Casi dos kilómetros de itinerario oficial que monopolizó casi un tercio del tiempo previsto por cada Cofradía en la calle y sirvió para demostrar que lo bueno si breve dos veces bueno y que no es necesario llevar a cabo todo al máximo exponente.

Derivado de este primer aspecto de las sombras de la magna, me veo obligado a subrayar la escasez de recursos humanos en los tronos. La sequía de hombres de trono, que ya comenté en uno de mis artículos de esta columna, y el exacerbado recorrido oficial comentado propiciaron la aparición de extensos parones en el itinerario de las Hermandades, así como de momentos de fatiga y dolor imposible de ocultar para las personas que portaban los tronos pusieron de manifiesto, una vez más, la necesidad de la que adolece la Semana Santa malagueña de personal para llevar esos desmesurados buques, algo que podría tener solución con un recorte considerable del recorrido, sin duda, incompatible con el actual itinerario oficial de la Semana Santa malagueña.

Pero no solo de la falta de hombres padecieron las Corporaciones. Muchas de ellas no llegaron a completar la nómina de Hermanos de luz y evidenciaron el renacimiento de otro problema muy enraizado en los tiempos prepandémicos de la Semana Santa malagueña. Esto, unido al desmembramiento de los cortejos a lo largo de la tarde, quizás producido por el excesivo tiempo de recorrido, constituyó uno de los hechos que pudieron provocar el deslucimiento del paso de las Cofradías durante el recorrido de regreso.

Otro de los aspectos negativos a destacar fue el largo retraso que se vivió de lleno en las calles del centro y que alcanzó la cuantía de más de una hora de desfase, algo que muchos achacan al accidente provocado a la altura de la Aduana y que se unió al ya de por sí arraigado a lo largo de la tarde descolocando casi por completo la cuidada escaleta con la que se había configurado la magna procesión.

Pese a que muchos de estos aspectos causaron preocupación a más de una cabeza pensante, la tarde del sábado 30 de octubre ha pasado a la línea cronológica de los libros de historias como uno de los mejores eventos cofrades de este siglo. Un acontecimiento sin precedentes que aguardará en la memoria colectiva de los que lo vivimos en primera persona por los siglos de los siglos.