Hemos sido testigos en estos días, del juicio al que ha tenido que acudir en calidad de denunciado Willy Toledo por ofender los sentimientos religiosos de todos los Cristianos. Este buen hombre, al que se le conoce por dos motivos -el primero por una serie que triunfó hace muchos años, y el segundo por ocupar su tiempo con divagaciones más dignas de personas con limitaciones mentales que de alguien que ha tenido que estudiar guiones-, un día se despachó agusto según él, “por ser ateo” y creerse con la libertad de arremeter con difamaciones y afirmaciones de poco gusto, pero que la vamos a hacer, hay quienes nacen con modales, y otros que con los modales, se limpian por las mañanas.
El caso es que llevo unos días, incluso meses, pensando en si de verdad los creyentes actuamos correctamente con gente de esta calaña, esos que bajo el amparo de la libertad de expresión vomitan todo aquello que se les pone entre huevo y huevo con la única intención de hacerse notar y alarmar las conciencias. Y es que con denuncias, con contestaciones, y en general con cada pérdida de tiempo que toda persona de bien malgasta con ellos, se potencia la cobertura mediática que reclaman ante la ausencia de terreno donde caerse muertos.
Creo que debemos rebuscar en nuestro interior y meditar seriamente si actuamos conforme al modelo de Jesús, o simplemente lo hacemos con nuestra conciencia humana queriendo buscar un castigo, alzando a todos estos atormentados que lo que buscan precisamente, es que el seno de la Iglesia actúe como ellos quieren.