Otro Domingo más viene a Gente de Paz el Evangelium Solis de esta semana. En esta semana viviremos el “desprecio” que le da el pueblo de Nazaret a uno de los suyos, Jesús no es bien recibido en su pueblo.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos
En aquel tiempo fue Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
–¿De dónde saca todo eso? ¿Que sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? ¿Y sus hermanas no viven con nosotros aquí ? Y desconfiaban de él.
Jesús les decía:
–No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe.
El Evangelio de hoy es la primera versión de la presencia de Jesús en su pueblo, Nazaret, después de haber recorrido la Galilea predicando el evangelio. Allí es el hijo de José, el carpintero, de María, se conocen a sus familiares más cercanos: ¿de dónde le viene lo que dice y lo que hace? Ya sabemos que el proverbio del profeta rechazado entre los suyos es propio de todas las culturas. Jesús, desde luego, no ha estudiado para rabino, no tiene autoridad. Pero precisamente la autoridad de un profeta no se explica en algo institucional, sino que se reconoce en que tiene el Espíritu de Dios.
El texto habla de «sabiduría», porque la sabiduría es una de las cosas más importantes en la Biblia. La sabiduría no se aprende, no se enseña, la sabiduría se vive y se trasmite como experiencia de vida.. En el evangelio de San Marcos este es un momento que causa una crisis en la vida de Jesús con su pueblo, porque se pone de manifiesto «la falta de fe». Jesús no hace milagros, porque aunque los hiciera no lo creerían. Sin la fe, el reino que Jesús predicaba no puede experimentarse. En el texto del evangelio este es uno de los momentos de crisis de Galilea. Por ello el evangelio de hoy no es simplemente un texto que narra el paso de Jesús por su pueblo, donde se había criado. Nazaret no representa solamente el pueblo de su niñez: es todo el pueblo de Israel que hacía mucho tiempo, siglos, que no había escuchado a un profeta. Y ahora que esto sucede, su mensaje queda en el vacío.
Jesús sigue siendo el hijo de José y de María, pero tiene el espíritu de los profetas. Efectivamente los profetas son llamados de entre el pueblo sencillo, están sacados de sus casas, de sus oficios normales y de pronto ven que su vida debe llevar otro camino. Su familia, los más cercanos, ni siquiera a veces los reconocen. Todo ha cambiado para ellos hasta el punto de que la misión para la que son elegidos es la más difícil que uno se pueda imaginar. En este pasaje del Evangelio se quiere hacer una “crítica” a la forma que considera a Jesús como un simple “mago”. Es el profeta del reino de Dios que llega a la gente que lo anhelaba. En esto Jesús, como profeta, se estaba jugando su vida como los profetas del Antiguo Testamento.