Queridos lectores, sé que muchos estáis ansiosos de leer este Sendero. Lo comprendo, pero debía digerir todo lo acontecido durante el fin de semana pasado.
Me siguen llegando vídeos del sábado y aún me sigo emocionando con el andar de la Virgen. Con su luz. Su belleza. Su elegancia. Ella fue la luz entre tanta tiniebla. Menos mal que estaba… Porque ese día, le pese a quien le pese, la protagonista era la Madre de Dios, la única capaz de arremolinar a su lado a todos. Su infinito amor hace que los corazones se inunden de Paz y de Esperanza. De una Paz que nos hace sentir libres y de una esperanza de anhelar que pase pronto el tiempo.
No vengo a deciros que lo disfruté, quien me vio lo sabe y quien me conoce también, pero es de reconocer que me siguen rechinando ciertos comportamientos. No vengo a hablaros de mi emoción al verla, de lo realmente guapa que iba. Del reflejo de sus ojos en los míos en ese momento que me sentí privilegiada al sentirme su hija, da igual si bajo la advocación de Rocío o de Paz. Y no vengo a decíroslo porque todo quedó difuminado a medida que fue dejando San Andrés y se encaminaba para la casa, esa casa cada vez más cerrada a cal y canto para todo aquél que no piense de determinada manera. Pero oye, gracias también por ello, porque gracias a eso te das cuenta de quienes realmente están y deben estar a tu lado.
Soy de las que se han cansado de repetir y defender, y así se lo dije a una de las personas encargadas de ello, que preparar un evento de tales características es muy difícil, demasiado (lo sé con conocimiento de causa por el Rocío de la Fe). ¿Lo recuerdas en la Fundación Castillejo el dia de la presentación de la orla de cultos y la papeleta de sitio? Los fallos que se deben cometer deben ser mínimos y no con los de tu Hermandad, porque ¿saben?, los de fuera hoy están y mañana no, los de la casa, siempre van a estar. ¡No lo olviden!
Lo que iba diciendo, que como siempre me voy por los cerros de Úbeda. No hay mayor ciego que aquel que no quiere ver ni mayor sordo que aquel que no quiere oír. Eché en falta nuestro discurrir por alguna calle del barrio tan emblemática como San Zoilo y, por supuesto, pasar por nuestra parroquia. Sí, nuestra parroquia, pues no somos un ente independiente de la Iglesia. Sin embargo, sobró el pasar por lugares con los que no tenemos ninguna vinculación, pero teniendo en cuenta que ni siquiera el pregonero de la Coronación tenía vinculación arraigada con la Hermandad…
No quiero repetir lo que han dicho compañeros y tanto ha escocido. Cuando una herida escuece, es que aún no está curada. A veces nos revolvemos como serpientes cuando sabemos que las cosas no están bien hechas e intentamos defender lo indefendible. Como la entrada a los Jardines de Colón. Una entrada innecesaria, porque aunque se empeñen en decir que había gente, es mentira. Se entró por decisión de aquél que en ese día su única labor era disfrutar e ir como un pavo. No se nos debe olvidar que quien manda en la Cofradía en la calle es el Diputado Mayor de Gobierno y él, sólo él, decide que se hace y por donde ir. Y evidentemente hacer cambios si lo cree oportuno. Ya dará las explicaciones oportunas donde tenga que darlas, pero sus decisiones… ¡no se cuestionan!
A la altura de la gasolinera de Colón, mi persona entabló conversación con el Diputado Mayor de Gobierno de la Hermandad, sí, porque aunque no lo crean, hay algunos que aún no me tienen inquina. ¿Parece increíble, verdad? Pues así es. Sus palabras fueron que él había propuesto, vista la hora y la poca afluencia de público en Jardines, seguir desde la Zapatería Ventosa hasta el supermercado Día y entrar en Torres Cabrera. Sin embargo, y siempre según sus palabras, el Hermano Mayor fue quien decidió entrar en Colón. Es más, yo entré delante de la Cruz de Guía junto al Diputado Mayor, y al tocar su palermo Jardines dijo: “ya estáis en vuestros jardines”.
Van a seguir diciendo que había gente. Vamos a ver…, si tú estás delante del paso, tal y como yo me puse, ¿verdad Señor Hermano Mayor?, ¿o acaso no me vio? Como últimamente no es conocedor de las cosas que ocurren… O lo mismo es que te has olvidado de mi cara, no ves más allá que aquello que da tu campo de visión. O tal vez, iba demasiado ocupado en jalear a la cuadrilla. Pero oye, todo es lícito en esta vida. Hasta equivocarse. Pero ahí entra en juego esa humildad a la que tanto se invoca.
Ahí estuvimos los desterrados hijos de Eva, incluso con el frío calando el cuerpo y los ojos cada vez más pesados hasta el final con Ella. Como siempre hemos estado y siempre estaremos pase quien pase, porque como dice una plegaria rociera “Tan sólo queda Ella, la que perdura día tras día, año tras año…”. Los mortales, porque lo somos, sólo seremos un mero recuerdo durante la siguiente generación, nada más. De los fuegos artificiales de la entrada solo voy a decir… Punto y aparte, como me dijo un amigo.
Bueno queridos lectores, hasta aquí este Sendero. Voy a seguir esperanzada en que el tiempo vuele pronto y llegue el próximo verano. A ver qué pasa… tic tac, tic tac…⌛