«Si de verdad vale la pena hacer algo, vale la pena hacerlo a toda costa»

Decía Chesterton que «si de verdad vale la pena hacer algo, vale la pena hacerlo a toda costa». Pues bien, nosotros como cofrades deberíamos clarificar, que vale la pena tener procesiones el año que viene en Semana Santa; sí, he dicho procesiones, una imagen precedida o seguida por penitentes, las imágenes pueden ir en un paso o en parihuelas, los penitentes ir ataviados de hábitos o con vestimenta oscura y elegante. Es decir, las procesiones no tienen que seguir un canon predeterminado si lo que queremos es hacer una manifestación de índole religiosa; si lo que pretendemos es otra cosa, espectáculo a toda costa, echaremos en falta otros elementos que, aunque para algunos suene como una herejía, son accesorios.

Es más, el sentido religioso de las procesiones es lo más importante a salvar en estos momentos, y por ello todos los cofrades debemos exigir a las instituciones responsables que trabajen desde ya, en lo que en otros artículos hemos llamado un plan B, que posibilite que nuestros distintos titulares salgan a la calle en la semana santa venidera. 

Desde luego habrá deseos e intereses difícilmente conciliables con la situación sanitaria que vivimos, y que con grandes posibilidades viviremos el año que viene, pero con ser doloroso esos anhelos tendrán que sacrificarse por un bien superior. Y aunque suene incluso baladí el recordarlo, los protagonistas, únicamente esenciales, de las emociones que despierta nuestra semana de pasión son ellos, nuestro Dios, y su bendita madre; nadie, nadie debería tener la tentación de usurpar esa condición.

Hagamos procesiones si no es por una carrera oficial, por los alrededores de las parroquias; si no son acompañadas de música, en silencio; si no pueden ser con costaleros, por los medios adecuados y pertinentes; si no hay que contar nazarenos porque los penitentes están limitados, así sea; si se nos prohíbe el incienso que se hagan con el olor de las flores de la primavera; si no puede ir un ejército de fotógrafos detrás de los pasos que se haga una solitaria pero documental fotografía de que nuestros Nazarenos, nuestros Cristos, y nuestras Vírgenes tomaron las calles de nuestra tierra.

Hasta donde hemos perdido la creencia, hemos perdido la razón. Ambos tienen la misma condición autoritaria y primaria. Ambas constituyen métodos de prueba que, a su vez, no admiten ser probados. Y en el acto de aniquilar la idea de la autoridad divina, damos al traste con aquella autoridad humana de que no podemos dispensarnos ni aún para decir que dos y dos son cuatro. Este párrafo, que no es mío sino otra vez del genial Chesterton explica con mucho más sentido y hondura lo que está sobre la mesa, avisados estamos todos.