Con frecuencia se dice aquello de que una imagen vale más que mil palabras, especialmente cuando se trata de una imagen elocuente. Y eso sucede con muchos fotógrafos cofrades que no siempre obtienen el reconocimiento que merecen, pese a que las imágenes que captan sus objetivos sean de esas que hablan por sí solas.
Sin embargo, pese a que la fotografía que encabeza este artículo habla por sí sola, y en cualquier idioma que se precie, hay historias que sí merecen ser contadas, porque conmueven el alma de todo aquel que se baja del tren cotidiano de las prisas y se detiene a conocerlas.

La Santa Misión evangelizadora del Gran Poder ha supuesto un auténtico acontecimiento histórico en la ciudad de Sevilla. Su visita a barrios que no habían visto la sagrada efigie del Señor, o directamente nunca habían podido deleitarse con ella, ha dejado un interminable reguero de imágenes que quedarán en el recuerdo, como el de aquellas niñas diciéndole a Jesús del Gran Poder aquello de “¡guapo!”, para despedirlo, o las estampas de personas mayores conmovidas por su presencia.
De estas últimas, una instantánea de un excelente fotógrafo, José Campaña, y la historia que hay detrás de ella, es merecedora de ser contada. Campaña, entre las muchas y maravillosas imágenes que captó con su objetivo, supo atrapar e inmortalizar el momento en el que una mujer, Nieves Berasaluces, desde su balcón, lanzaba un beso al Señor del Gran Poder cuando, sobre sus humildes andas, pasaba frente a su casa. Una instantánea que, posteriormente, en un gesto que habla muy bien de la categoría personal del autor de la misma, regalaba a la anciana, que tenía 97 años de edad, quien confesaba al fotógrafo que, desde su balcón, le había dicho al Señor de Sevilla “gracias por venir“. Solo ella y sus allegados sabrán cuánto tiempo hacía desde el último encuentro entre ella y el Señor.
El pasado sábado 6 de noviembre el Gran Poder retornaba a su basílica tras haber peregrinado a Tres Barrios durante semanas, en su encomiable labor evangelizadora. Las puertas del templo se cerraron ya entrada la madrugada del domingo. Justo unos minutos después, Nieves, la protagonista de la instantánea, partía al reino de los cielos, en una de esas casualidades que los cristianos bien sabemos que no lo son, sino que es el mismo Dios quien dispone el camino de los terrenales.
Así, si bien Nieves le daba su más sincero agradecimiento a Jesús del Gran Poder por ir a verla a su casa, a buen seguro que, una vez atravesadas las puertas de San Pedro, el Señor habrá ido a recibirla y le habrá dicho exactamente lo mismo por recibir su visita en la suya “gracias por venir, Nieves“, en ese reencuentro que no tardó en producirse tanto como la última vez, si bien uno fue en la tierra, donde dejó un recuerdo imborrable, y otro en el reino de los cielos. Descanse en paz.