Hace como unos 6 años, cuando comencé mi andadura en esta, mi casa, escribí unas líneas de reflexión con la que creo que hice reflexionar a más de un cofrade. Vivimos en una sociedad en la que, actualmente, todo el mundo “sabe” de todo, en la que todo el mundo quiere el protagonismo que quizá no merezca, o quizá sí, pero… ¿se trabaja por mejorar cada día o para conseguir fama? Con esto, me refiero al mundo cofrade, en concreto al de la música cofrade.
¿Trabajamos todo el año para colgarnos las medallas individualmente o para sentirse orgulloso cada uno del trabajo realizado en su formación? Recuerdo que un día, un amigo me contó que él estuvo tocando en una banda durante mucho tiempo una voz segunda de trombón, y le comentaron… ¿tan mal lo haces para que no te suban a primera? Entonces, ¿tocamos para que la formación vaya mejor y a más, o para sentirnos superior por tocar otra cosa “superior”?
Igual de importante es el que lleva el banderín como el que lleva el bombo, tanto las voces acordes como las voces principales. ¿Tan egoístas somos como para no mirar por el bien de la formación a la que pertenezcamos? Quizá entonces vivamos en una actualidad no tan actual, donde el trabajo cooperativo (que no el trabajo en grupo) pasa a ser secundario, por querer dar más protagonismo al egoísmo individual de cada uno.
Tras plasmar algunas de las líneas e ideas que allá por 2017 publiqué, me quedan claras algunas cosas. En primer lugar, nada ha cambiado a mejor, sino al revés. Ni una pandemia nos ha hecho mejores personas, ni más empáticas ni menos egoístas. Cualquier persona que obtiene un cargo y, por lo que sea lo pierde, se marcha a otro sitio donde sí se lo den.
Seguidamente, los medios de comunicación que son chiringuitos (los hay que no, gracias a Dios) idolatran a aquello que le interesa muy fuera de los valores que la propia cristiandad nos otorga. Finalmente, todos miran por sí mismos. En las bandas, mientras más componentes mejor, mientras menos bandas con las que “competir” mejor, mientras más rivalidad, más que hablar. Se sigue trabajando mucho, pero no mucho y bien, que es lo importante. ¿Qué será todo dentro de 6 años?