Siempre ha existido el mito de que en Sevilla están las mejores formaciones música musicales, pero con el paso de los años se ha demostrado de que, aun estando a un nivel excelso, hay formaciones de otros puntos de Andalucía que están a un nivel igual o superior. Por ello, en la calle se habla de bandas, de marchas y del estilo que más afín es una cofradía u otra. Quizá los últimos años han sido los más movidos en cuanto a los cambios de bandas, pero sin duda, lo que se viene viendo desde abril de este año, no lo he visto nunca. Y ya no solo a nivel Sevilla, sino a nivel de toda la geografía andaluza.
Parece ser que como opinar libremente es un derecho (el cual defiendo hasta el fin de mis días) para todos, se ha pasado a opinar libremente sin justificación y solo por cuestiones de gusto, acosando y derribando, como ya he escrito semanas atrás.
Vivimos en una sociedad en la que, actualmente, todo el mundo “sabe” de todo, en la que todo el mundo quiere el protagonismo que quizá no merezca, o quizá sí, pero… ¿se trabaja por mejorar cada día o para conseguir fama? Con esto, me refiero al mundo cofrade, en concreto al de la música cofrade. Una fama la cual puede verse manipulada por personas y grupos afines depende de quien seas, de donde vengas y hacia donde vayas.
Y al final, estamos convirtiendo al mundo de las cofradías en todo lo que yo creo que no debe ser: en conspiraciones y enfrentamientos. Grupos de personas haciendo el vacío y echando a gente a dedo, llámese capaz, acólito, músicos o lo que sea. Y así nos va, todo convertido en una competición que parece no tener final hasta que, de verdad, la Iglesia se meta por medio.
Mientras tanto, a seguir viendo distintas cosas las cuales distan mucho de la cristiandad.