Querido lector de Cruce de Gallardetes:
En los libros de historia de nuestras Cofradías y Hermandades, hasta hoy, hemos leído, como nuestros titulares, décadas y siglos atrás, protagonizaban procesiones, traslados y rezos de rogativas, implorándole así su intercesión, ante las diferentes dificultades que atravesaban en esos momentos.
Todo aquello, parecía vivido en un tiempo de antaño, en un tiempo añejo y que nosotros, en estos tiempos con tantos adelantos y medios, jamás imaginábamos que viviríamos algo parecido. La envergadura de la pandemia que acabamos de terminar de vivir y de la que aún quedan muchos coletazos, imposibilitó que nuestras imágenes salieran a las calles, pero ahora, en esta creciente sequía, que recorre toda nuestra patria, estamos viendo de nuevo titulares en los medios de comunicación, que nos anuncian, como en diferentes pueblos y ciudades, se están produciendo o se van a producir en los próximos días, procesiones, traslados y rosarios de rogativas.
La historia, determinó, que algunas advocaciones, tuvieran un peso devocional entre las gentes. La historia, está escrita por algo, pese a ese intento fallido de nuevas devociones que se quieren implantar, intentando, sin éxito, que esas ocupen sí o sí, el corazón de las gentes porque a ellos les parece.
Afortunadamente, esas guerras de niños cabreados en patio de recreo caen en saco roto y una vez más, esas devociones de siempre, esas que el tiempo jamás podrá borrar, volverán a centrar las miradas y sobre todo, volverán a las calles como en tiempo de antaño.
La Iglesia, sabe el peso de la religiosidad popular y a pesar de las decenas de pastorales existentes en estos momentos, una vez más, los cofrades, sí, los cofrades, volverán a sacar a sus imágenes a las calles para que sea receptaras de esas oraciones, que pedirán el agua tan necesaria para regar los campos, las gentes y las almas.
Una vez más, el peso de la religiosidad popular, queda de manifiesto, en el seno de nuestras comunidades cristianas y una vez más, como siempre, volverán a salir a nuestras calles, esas imágenes que siglo tras siglo, serán el amparo de las gentes sencillas, para así, rezar y pedir con ellos.