El Cirineo, Opinión

El Cirineo | ¡Qué coñazo de Madrugá!

¡Y dale con la burra al trigo! Como las aguas del Guadiana, de cuando en cuando ciertos iluminados con nombre y apellido, algunos todavía con la vara dorada en la mano y otros que siguen jugando a ser periodista sin ser capaces de dar una noticia desde hace años, más allá de alguna filtración interesada, perpetrada por algunos enemigos de este pequeño rincón de libertad desde el que les hablo que se dedican a repartir pequeñas migajas creyendo que así nos perjudican, sitúan en la palestra un asunto recurrente que interesa a muy pocos en Córdoba porque no supone una necesidad real para la Semana Santa de nuestra ciudad. Un asunto artificial creado para generar audiencia de forma artificial y que a la inmensa mayoría de cofrades cordobeses se la trae al pairo. Sí, les hablo del coñazo de la Madrugá.

Sólo hay que ver las respuestas en redes sociales de muchos internautas para ser consciente de que se trata de un tema amortizado para la inmensa mayoría de los cofrades cordobeses. O al menos un asunto amortizado tal cual lo plantean este grupito de iluminados del que les hablaba. Una madrugada de horario discotequero que busca la bulla de botellón y de fiesta privada en enclaves presuntamente cofrades, denominados con sorna, por el lenguaje popular, como un conocido local de la Ribera cordobesa. Una madrugada que pretende quedar reducida a la mitad, renunciando a la mañana del Viernes Santo y, por ende, a un público que jamás podría disfrutar con normalidad de las cofradías que formasen parte de ella, familias enteras que no saldrían a la calle en masa para convertir en una fiesta el final de la jornada con el sol ocupando un lugar de privilegio en el firmamento de Córdoba como ocurre kilómetros más abajo del Guadalquivir. Ya que copiamos, que eso estamos haciendo, copiémoslo todo, y bien.

Creo haberlo dicho en alguna ocasión precedente. Cordoba no es Sevilla, manque les pese a algunos. Para empezar, la ciudad de San Rafael adolece de personas preparadas al frente de sus hermandades. Estoy generalizando, obviamente, algunos hay, pero son minoría. En Córdoba buena parte de los hermanos mayores y de los palmeros que les rodean no son más que costaleros, sin formación alguna en ningún ámbito, cofrade, personal, laboral, social o académico, que han ascendido hasta alcanzar su nivel de incompetencia. Y así nos luce el pelo, a unos más que a otros. Personajillos que creen que poner una cofradía en la calle es sacar dos pasos con trescientos costaleros y dos bandas que suenen bien y a los que les importa un carajo el cortejo nazareno e incluso que sus titulares deambulen prácticamente sin público a altas horas de la madrugada. Todo sea por dar pábulo a un concepto vacío y absurdo de la Semana Santa despojándola de cualquier componente trascendente y reduciéndola al mero espectáculo circense.

Para crear una madrugada no solo hay que abordar asuntos subsanables como el económico. Hay que ser consciente de que otros jamás tendrán solución. Entre estos se encuentran las distancias. Salvo hermandades contadas con los dedos de una mano, no existen distancias suficientes en Córdoba como para que una cofradía esté doce horas en la calle, salvo que queramos habilitar absurdos itinerarios alargados de manera patéticamente artificial, -no sería la primera vez en Córdoba, pregunten a alguno de los incompetentes de los que les hablaba-. Recuerden que, por definición, el itinerario de una cofradía debe consistir en llegar, por el recorrido más corto posible, a la Santa Iglesia Catedral, realizar estación de penitencia ante el Santísimo -que para esto y para evangelizar se sale a la calle, queridos amigos-, y volver a casa, también por el itinerario más corto posible.

¿Es posible conjugar esta máxima, de obligado cumplimiento, para algunas de las cofradías que esta pandilla de iluminados se empeña en meter en la terna? No se molesten en responder, la respuesta es NO. ¿Que por qué doce horas? Porque lo contrario implicaría o bien poner la cruz de guía en la calle a las cuatro o cinco de la mañana, como ocurre en muchos pueblos de Andalucía, o bien que el paso de palio de la cofradía en cuestión regresase a casa, como muy tarde, a las ocho o nueve de la mañana.

¿Reducimos la madrugada a niñatos de botellón -algunos con costal-, a horario discotequero, con todo lo que ello implica desde el punto de vista del ambiente? ¿Pensamos que familias con niños, salvo casos muy excepcionales, van a formar parte de cortejos que se pongan en la calle a las cuatro o cinco de la mañana? ¿En serio? O, por el contrario, vamos a aprender de nuestros errores pasados, como los que afectaron a algunas cofradías que han tardado más de una década en recuperarse de ellos… Este es un problema doble. Por un lado, que los cofrades no permitamos que un reducido grupo de iluminados, por la mera búsqueda de unas migajas de audiencia que solape la indiferencia que generan entre el público, nos manipulen creando artificialmente una madrugada que ni necesitamos ni queremos. Y por otro, de concepto. De determinar qué modelo de madrugada sería posible implantar en Córdoba. Desde luego no la payasada que algunos defienden. Una payasada reducida al chin chin pum, carente de contenido y que, pese a lo que algunos aseguran, cada día interesa a menos público.

Mientras que personas con auténtica formación y con conocimiento real no se sienten a concretar de qué madrugada hablamos, para ver si es factible o no implementarla, dejen de dar el coñazo. Preocúpense de crear un Sábado Santo, que para esto sí hay mimbres reales y una auténtica necesidad, habida cuenta de que algunas de las cofradías de vísperas deberán incorporarse, a medio plazo, a la nómina de Hermandades que realizan estación de penitencia en la Catedral, y déjense de payasadas que aburren a las cabras.