El viejo costal, Opinión

El viejo costal | Buscando una nueva salida

Bueno, esta semana ha sido intensa, al menos de lecturas, entre el tabernero que susurra y el que inventa historias que no tienen ninguna similitud con la realidad, pues la verdad que se me ha pasado la semana en un suspiro, suspiro contenido, señalo la contención del mismo porque si no siempre habrá quien me recuerde algo que falta en el artículo, o algo que le sobra a mi opinión.

Y es que los cofrades somos así, unos nos dejamos manejar y otros no queremos ver que en realidad nos manejan, las cosas de los débitos de uno y los pagos de otros.

Hay quienes muestran una buena dosis de soberbia, y un innecesario orgullo, al menospreciar a los que desde el blanco sobre negro manifiestan públicamente sus pensamientos y opiniones, y es que la verdad y la realidad son a veces unas duras y crueles compañeras.

Por lo que algunos cierran los ojos a la realidad y viven en sus mundos de Yupi, distantes de la calle, distante del hermano necesitado, distante del caído en el camino, quizás apuñalado por otro hermano que necesitaba espacio y pista libre, para alcanzar su venganza personal, ¿Cómo? ¿Que existen estos en nuestras casas?, no me lo puedo creer.

Existen, viven y vivirán destrozando todo lo que a ellos no le complazca, rompiendo el trabajo de décadas de otros que le precedieron, destrozando normalmente todo aquello que funciona y va fenomenal, y para rizar el rizo, sustituyéndolo por algo inoperativo, inexplicable y por supuesto que sea responsabilidad de otro, no vaya a ser que se descubra el culpable del error.

La vida me ha enseñado a protegerme de este tipo de “hermano”, que más que abrazos en Cristo, lo que reparte son puñaladas traperas “de las de a duro de plata”, y que llora en público lágrimas de cocodrilo, por la marcha de quien él mismo mató.

Un desastre habitual y constante que hace frenar el desarrollo y expansión de nuestras corporaciones, a lo que no tenemos ninguna respuesta, claro ahí está el tan repetido lema “es que, si no lo hacemos nosotros, nadie lo va a hacer”

Así marchamos, de cortito y sobre los pies, despacito, despacito, como la canción y al daño interior hay que añadir el daño exterior, el avance de la laicidad, que no se terminan de enterar, que consiste en la separación entre la sociedad civil y la sociedad religiosa, que para los progres de aquí, consiste en hacer desaparecer cualquier atisbo de religión en cualquier faceta y expresión.

Rodeados de los que las aman, y de los que las odian, hay vamos sobrellevando como nos dejan nuestras cosas y casas, con las dificultades normales y habituales, menos mal que en las cosas de Dios, todo suele acabar bien, gracias al Espíritu Santo que nos protege de todo mal y gracias a Jesús y su Bendita Madre que saben de las humanas condiciones, atienden nuestras peticiones y nos libran de todo mal, Amen.