El viejo costal, Opinión

El viejo costal | Misericordia, paciencia y coma

Me pregunto constantemente ¿Cuál será la causa de tantos y tantos cambios inexplicables en el mundo del martillo?, llevo años observando que muchas de nuestras hermandades cuando los capataces empiezan a desarrollar sus cuadrillas, cuando empezamos a ver, que las mismas cuajan en un adecuado estilo, y comienzan a marcar y dibujar en el aire una incuestionable impronta propia y única de la hermandad para la que trabajan, una hermandad cualquiera, es cuando desde la misma junta de gobierno, unas veces, otras desde las trabajaderas, o por presión de hermanos, e incluso desde miembros de la banda de la hermandad operan para desbaratar, provocando el cese fulminante del equipo que ha empezado a dar sus frutos, y que los que llevamos en esto décadas vemos que un maravilloso árbol próximo a dar su cosecha ha sido esquilmado, segado, vilmente talado.

También me pregunto ¿cuál será la causa de que otras veces sean los propios equipos del terno negro los que decidan retirarse y dejar una obra empezada e inacabada, así sin más, sin aparente explicación alguna?, bueno muchas veces alegando esa mentira piadosa que tantas veces hemos leído y que todos sabemos que es el humo para cubrir la durísima realidad, me refiero a esa coletilla “por motivos familiares, laborares, de salud etc.”, y ustedes pueden añadir cuatro o cinco razones más, que de todos son conocidas.

¿Cuál será la causa que se esconde tras todas estas caídas inexplicables?, mucho me temo que esa realidad solo es conocida por quien la esgrime y por quien a través de una nota, llamada “oficial”, donde con los términos anteriormente esgrimidos, se cubre y tapa una realidad perdida, una verdad escondida y es la que me gustaría conocer a la perfección.

Muchas veces en estos cambios, ceses o dimisiones, se parapetan deseos, odios, acciones de una inconfesable estrategia, unas veces proveniente de los que gobiernan, otras de aspiraciones ocultas de los que desean sobre todas las cosas el tacto de la alpaca plateada de un llamador, otras las menos, pero quizás las más dignas, la negativa a realizar tareas de depuración entre quien no muestra acuerdo con los que gobiernan, quedando disfrazada la retirada del noble caballero del terno negro, bajo una inexplicable dimisión, que cubre y silencia la bajeza de la verdadera causa del considerado inexplicable acto de retirada, cuando toda su labor está perfectamente realizada.

En tanto esto pasa, y para la gente de la calle, está justificada la retirada, está “oficialmente comunicada”, los gobernantes permanecen de píe, solo en apariencia, ya que apoyándose en el comunicado de la misma forma que los frailes lo hacían en el resalte de la parte inferior de su silla del coro, resalte que se presentaba al levantar el asiento, para ponerse de píe, y aparentando estar de píe, cuando en realidad está sentado en ese resalte llamado misericordia, o paciencia, o coma, que de las tres formas es llamado, justo lo que le ha faltado a quien así lo ha dispuesto de forma impaciente, inmisericorde y sin dejarse atrás una coma.