Opinión, Pugnans enim veritatem

Éramos felices

Foto: Juanma Sánchez

Hoy, a las puertas del Jueves Santo, invitados a la Cena del Señor, somos conscientes de lo felices que éramos. Los apóstoles, reconocerán el valor de la enseñanza de Jesús hoy que su partida está más cerca que nunca. Nosotros, simples aspirantes a Santos, nos encontramos hoy recogidos en nuestras casas a la espera quién sabe si de un mundo nuevo.

Nunca hubiese sentido tan a flor de piel la necesidad de acercarme a Dios, de querer tocar su manto o poder oler su presencia. El hecho de sentir arrebatada la opción de acudir al Sagrario, y poder mirarlo frente a frente, me hace caer en la cuenta de las veces que lo hice y el vacío empujó con fuerza el sentimiento de amor y devoción que escondía.

El hecho de estar acudiendo al nacimiento de un mundo nuevo, me hace caer en la cuenta de que ese mundo, nada que ver tendrá en muchos corazones a los que nada le importa la figura de Jesús, una población que apostata, que defiende a los precursores de un sinfín de desgracias que hoy, nos sacuden a todos por igual. Hoy estamos a las puertas de un mundo que pende del hilo fino del bien y el mal, pero que polariza sentimientos.

La Alegría de esa polarización es sin duda alguna, la de saberse conocedores de nuestra mundanidad, de que polvo somos y el polvo nos convertiremos; de palpar en el ambiente las ganas de Jesús,  de visitarte en tu Sagrario, en tu Capilla; de vivir cada segundo de nuestras vidas como si fuese el último; de dar de comer al hambriento y de beber al sediento; de ser testimonios vivos de Fe y apartar de nuestro lado a todas y todos aquellos que reniegan de tu nombre dejando pasar por delante toda opción de amarte, pero sobre todo, un mundo nuevo en el que sepamos y reconozcamos aquellos momentos en los que éramos felices.