En una calle cualquiera, era fácil escuchar, al saludarse dos conocidos, los comentarios naturales de estos desatados tiempos:
– ¿Cómo tú por aquí?, ¿cómo estáis por casa?, ¿qué? ¿viendo pasos?.
– Sí, claro, viendo pasos que la vida ya no me da más de sí, por casa todos bien, ¿y ustedes?
– Bien, vengo de ver la salida ordinaria por el extraordinario acto del paso de su imaginero en la esquina de la parroquia del barrio, allí al parecer se fumó el último cigarrillo antes de dejarlo, y con ese motivo, cien años después han decidido su junta de gobierno, ir en procesión a recordar tan insigne momento importante para vida de él y de sus vecinos, creo, que nadie ha sabido explicarme la causa. Ahora intentaré ver las otras cinco que hay en las calles por ahí, ¿y tú no vas a verlas?.
– Yo no, la verdad, como cada fin de semana desde el pasado mes de abril he intentado ver tantas como he podido, resulta que me ha dado un empacho, imposible de superar, creo que es una sobredosis por la gran cantidad de estos actos, o por el mal gusto de algunos, imposible superarlo, así que ahora me retiro hasta el año que viene, o hasta el siguiente, que tanta extra-ordinariez me ha dejado harto de tanta ordinariez, ya sabes, las dos están separadas por una delgada línea muy difícil de ver.
– Bueno, me marcho que no me queda tiempo, darle una abrazo a la señora de nuestra parte, y tú hermano, recupérate pronto, que nos haces falta, adiós.
– Adiós, y recuerdos para la familia.
Esta ficción, del todo plausible es una cruda realidad a la que estamos llevando nuestras tradiciones, o mejor dicho, es la cruda realidad de cómo estamos rompiendo nuestras tradiciones, y ya lo ven ustedes, cantidad de salidas extra-ordinarias, que no tienen claro su causa, pero que tampoco tienen claro su efecto, aunque ya empezamos a ver algún efecto de tanta salida.
No puedo calcular cuantas procesiones extraordinarias se han producido en nuestra comunidad en este fin de semana, creo que en Córdoba han sido entre cinco y siete, llegando incluso a salir dos por la misma puerta con muy poco tiempo de diferencia, y esto señores, esto hay que empezarlo a dosificar, para evitar los cólicos por sobresaturación, aunque viendo lo visto, una de las dos perfectamente ordenada, con muy buen gusto musical, buen hacer de los costaleros y de su capataz y equipo, casi perfecta. En el otro extremo la otra, igual no, más bien todo lo contrario, un desastre difícil de superar. Pero además lamento no haber tenido tiempo para ver la totalidad de las que salían a la calle, y es que la vida no me da para más.
Apunto aquí, y puedo demostrar que no es la primera vez, que tantas salidas, tantas magnas, tantas cosas extra-ordinarias, sólo nos hace daño, ya para este año tenemos programadas entre cuatro y a punto de caer una quinta, que yo tenga noticias, incontables los Vía Lucis y otras tantas salidas extraordinarias, por los más variados motivos, todos perfectamente justificables, seguro, incluso los que ni se saben, ni se pueden explicar, y así nos va, unas veces por iniciativas del la juntas de desgobierno, gobernadas por quien las gobiernan, otras por imperativo necesario impuesto desde alguien con autoridad y a veces, hasta con alzacuellos.
Nosotros con nuestra permisividad, estamos acercando y acortando la separación existente entre lo ordinario y lo extraordinario, creo que ya casi están unidas, y será muy difícil separarlas de nuevo, y muchos por hacer hacen lo que ya hemos visto, ahora entiendo como tantos y tantos están abandonando, se rinden, se retiran, se van, todos ante la imposibilidad de volver a ser lo que siempre habían sido, extraordinarios.