Mirando el inicio de los informativos en verano y en invierno, llama la atención el titular o “noticia” con que suelen dar comienzo: “El país inicia hoy una ola de calor (…)”, si hablamos del período estival; o “Las nevadas cortan las carreteras de (…)”, en el caso de los meses de frío.
Los comunicadores en su afán sensacionalista hacen de lo normal, el calor en verano y el frío en invierno, algo totalmente insólito y digno de cualquier cabecera.
Pues bien, en la prensa cofrade ocurre algo similar. Esta misma semana ha aparecido un ejemplo muy gráfico con los cultos a la Virgen de los Reyes, que no deberían ser noticia según la deontología periodística, pues es un hecho que se repite todos los años; y por ende, lo normal.
Sin embargo, el fervor y el interés mediático que despiertan actos religiosos como la Procesión de la Virgen de los Reyes, la Asunción de Cantillana y tantas otras imágenes han convertido el ritmo normal de la vida cofrade en algo anecdótico; a pesar de carecer de cualquier atisbo de sorpresa salvo ocasiones contadas, como pueden ser los años de la pandemia en que las Imágenes no han salido a la calle.
Cabe por ello preguntarse: ¿Estamos estirando la información cofrade? ¿Hay un exceso de informaciones poco o nada noticiosas? Y si es así, ¿puede conllevar un desgaste del capillita de a pie, ávido de procesiones y besamanos?
Es sin lugar a dudas un tema para reflexionar. Por supuesto, como en tantas otras cuestiones, internet juega en ello un papel fundamental. Y digo esto porque hasta hace apenas dos décadas, la prensa escrita, la radio y algo de la televisión eran los únicos canales de conocimiento cofrade (especialmente sobre la Semana Santa).
Ahora, en cambio, absolutamente todo lo que sucede en cada una de nuestras hermandades, el patrimonio, las bandas, los escultores o los carteles están a un simple clic para todo el mundo, globalizando la información sacra procesional hasta límites asombrosos.
Y llegados a este punto, como antes mencionaba, es importante evaluar el impacto que tiene esa sobredosis de noticias cofradieras que desayunamos a diario, y la idoneidad de reducir algo de esa espectacular cobertura a fin de evitar el hastío generalizado.