El Capirote, Opinión

Más allá de un señor de Murcia

Cuando la información escasea y la actualidad no vende hay que sacar la lupa para aumentar una información sobremanera con el objetivo de sumar visitas a golpe de clic. Da igual el contenido e incluso si los datos están contrastados. Pero cuando los lectores, siempre más inteligentes de lo que pensamos, detectan todo un trabajo detrás orquestado solo para inflar declaraciones y datos, terminan dando un cerrojazo y en este mundo de la sobreinformación se diluye pronto lo que parecía una exclusiva del The Times se pierde por la puerta de atrás.

Ahora, con una importante caída de ingresos, la búsqueda es tan desesperada que hay que agarrarse a un mástil que pueda reportar los beneficios deseados. Con una Cuaresma peor que pasada por agua y una Semana Santa sin desfiles procesionales nos quedamos sin noticias de impacto como el petaíto de Monte-Sión o los individuos que muestran el torso desnudo desde el balcón de un edificio.

¿Qué tal si ponemos el foco en la celebración de una procesión magna en septiembre? Quizá, más allá del deseo del periodista lo que se busca es una porción de visitas que ayude a sobrellevar unas semanas que son todo lo contrario a lo que se esperaba, esto es, un ascenso vertiginoso en número de páginas vistas que acabe alcanzando un máximo. Los periodistas teledirigidos aguardan en la sombra, reciben órdenes y saltan a la palestra. Y reciben por todos lados en redes sociales, esas que critican pero que aplauden cuando ven los usuarios que han compartido la publicación o la han retuiteado.

¡Cómo ha cambiado el periodismo morado en tan poco tiempo! Tantos temas y tan interesantes pero que no sacamos para no perder las exclusivas que nos dan nuestros amiguetes desde las juntas de gobierno. ¿Dónde quedó el libre ejercicio de la profesión? ¿Y su finalidad como instrumento para denunciar las irregularidades de la sociedad? ¿Por qué no abordaron el caso de la limpiadora que no estaba dada de alta y que estuvo a punto de denunciar a varios miembros de una corporación? ¿Y del periodista que fue condenado por su actitud con una señora que cada cuaresma va de pregón en pregón? ¿Por qué no se atrevieron a difundir la venta por parte de aquellas religiosas de unas esculturas que ya se encuentran en manos privadas? ¿Está el periodismo cuidando las fuentes y dejando de lado algunos problemas de importante calado?

¡Qué razón tenía aquel periodista cuando afirmó que las noticias hay que salir a buscarlas y no quedarse en un sillón esperando la llegada de correos electrónicos para postear una noticia en vez de ir a buscar la información! ¿Cuándo estos teleñecos darán un golpe en la mesa y escribirán en sus medios lo que callan por obligación y airean en los bares?