La Hermandad de Santa Lucía tendrá un altar en el Corpus de Sevilla en la calle Francos, presidido por la imagen de nuestra titular en su paso procesional que se trasladará de manera privada toda vez que la autoridad eclesiástica no ha permitido el traslado público de la santa hasta el enclave en el que será entronizada. Conviene recordar que el pasado mes de septiembre la Hermandad solicitó a palacio participar en el Corpus Christi en virtud de la aprobación materializada por el Cabildo General de hermanos de la corporación letífica y que en el año 2021 se cumplió un siglo de la participación de la santa en la procesión del Corpus que tuvo lugar en mayo de 1921. Si bien la intención de la Hermandad era participar en la procesión del Corpus coincidiendo con el centenario de esta presencia la pandemia provocada por el coronavirus Covid19 dio al traste con esta posibilidad que tampoco pudo tener lugar un año después ya que Enrique Gutiérrez Carrasquilla se encontraba restaurando a la imagen.
La Primitiva Real Ilustre y Fervorosa Hermandad de San Lucia Virgen y Mártir, arranca sus orígenes en 1931 quizás en una de las décadas mas convulsivas que se pudieron vivir en nuestro país, y que la hermandad padeció los abatares de la preguerra y Guerra Civil . Se funda en el Salvador y tuvo sede en San Julián, Santa Marina, ambos quemados en los periodos prebélicos, para definitivamente establecer como sede canónica la actual de Santa Catalina.
Esta hermandad presenta dos peculiaridades a tener en cuenta es de las poquísimas Hermandades de Gloria bajo la advocación de un santo y de las pocas que su ropaje es tallado. Una de las pocas Hermandades “hagiográficas” (dedicadas exclusivamente a santos) de la Sevilla Gloriosa. Pero que muy bien debe alinearse junto a las otras corporaciones en virtud de su acendrado carisma devocional. Su historia es relativamente reciente: En plena República, ano 1931, varios jóvenes crearon una Asociación de Santa Lucía en torno a una imagen que existía en la iglesia de San Julián y que poco después resultó pasto de las llamas. Pasaron a Santa Marina con una foto de la perdida efigie, hasta que dicho templo corrió la misma triste suerte. No desanimados por tantas adversidades, los jóvenes recuerdan que en la iglesia de Santa Catalina hay otra imagen de Santa Lucía, cuyo culto les autoriza el cardenal Ilundain.
En 1955 conmemoró la Hermandad brillantemente su 25 aniversario. La procesión del año 1964 no pudo completarse por deficiente sujeción de la escultura al paso, y hubo de regresar con dos personas (D. Antonio Fernández Fernández, Prioste y D. Antonio Suárez-Barcena Martínez, Secretario) subidas a la parihuela para sujetarla. En 1980 fue trasladada a la iglesia del Salvador donde se celebró solemne función, por el cincuentenario. En 1999 no salió procesionalmente, por hallarse la efigie en restauración.
La Hermandad de Santa Lucía, en Cabildo General Extraordinario celebrado el día 19 de febrero de 2004, acordó la compra del bajo de la calle Alhóndiga, 38–44, para establecer en él su Casa Hermandad. La misma costa de una superficie de 84 M2. y es la primera vez en 75 años de historia que la Corporación tiene una propiedad a su nombre, además de ser la primera vez que cuentan con Casa Hermandad. La Firma de la compra del inmueble se realizó en la mañana del viernes 20 de febrero.
En junio de 2004 la Hermandad de Santa Lucía se ve obligada a trasladar al Templo de Ntro. Padre Jesús de la Salud (Los Gitanos) a su titular ante el cierre de la Iglesia de Santa Catalina. Posteriormente sería trasladada al templo parroquial de San Román donde en la actualidad tiene su sede. El lunes 12 de diciembre de 2005, la feligresía de San Román y todas las hermandades en ella presentes, quisieron acompañar a la Hermandad de Santa Lucía en los actos conmemorativos del LXXV Aniversario fundacional.
Por su valor sentimental destaca una pequeña reliquia de la Santa siracusana (se da a besar en su fiesta del 13 de diciembre). Es una de las advocaciones con mayor número de patronazgos, según podemos leer en las convocatorias de sus cultos. Como fiel e indudable reflejo de la popularidad alcanzada, entre sus devotos se contaban La Niña de los Peines, El Pinto y Estrellita Castro. No se conoce el autor de la bellísima escultura de la Santa, obra de extraordinaria elegancia, anónima, de la escuela barroca sevillana. Sentida expresión, celestial arrobo, empaque compositivo, sutil dinamismo en el manteo o dibujo de los ropajes, perfecto trazado morfológico. Luce los correspondientes emblemas: aureola de santidad, bandeja con los ojos, espada martirial y palma de triunfo. Se computan tres intervenciones: Una por Castillo Lastrucci, al hacerse cargo de ella la Hermandad; otra en 1959 por Manuel Cerquera, quien estofó los ropajes con diáfanos colores; la última y más reciente, por el profesor Juan Manuel Miñarro, con criterio estrictamente científico y conservador.
Talla de una gran belleza y armonía atribuida a Francisco Antonio Gijón, con la palma la espada y un plato con dos ojos. Procesiona sobre un magnifico paso obra de Manuel Calvo y Francisco Ruiz. La peana es del siglo XVII adquirida en el convento de Santa Paula. En la parte exterior de la Iglesia de Santa Catalina, existe un magnífico azulejo de Antonio Kierman fechado en 1955 y dentro de un marco donde se conmemora el 25 aniversario de la hermandad y las siglas de la ONCE, al ser Santa Lucia patrona de los invidentes.
Considerada como especial abogada de los ciegos y padecimientos oculares (antaño la veneraban también mucho las modistillas), sus estampas y fotos han trascendido hasta fuera de la capital. Todo esto motivó que pasara del altar a la calle, del ara a las andas. Estas se ennoblecen con sensacional peana del siglo XVIII, adquirida al monasterio de Santa Paula, y que es precisamente uno de los conjuntos arquitectónicos más grandiosos y estimables entre los pasos de Gloria. Francisco Ruiz construyó los respiraderos en 1938 y Juan Pérez Calvo los candelabros mayores en 1961, añadiéndole poco después los candelabros menores. El ajuar corporativo consta de dosel, tallado por el mismo Pérez Calvo; varas, ciriales e incensarios de Jesús Domínguez, etc.