Sendero de Sueños | No nos olvidemos de los niños

Dentro de unos días, los niños tendrán la oportunidad de ser pasados por el manto de la Virgen del Rocío. Un acto digno de ir y ver el Santuario repleto de aquellos que tienen el corazón más puro. Digno momento de mencionar es cuando sus acompañantes los alzan para ser bendecidos y entre llantos y risas, el sacerdote dice las palabras elegidas. Todo es algarabía alrededor. Todo es emoción. Padres con lágrimas en los ojos. Abuelos emocionados por seguir esa estirpe que les hará llevar una forma de vivir y tener una forma de sentir diferente. Y en este punto me pregunto, ¿cuándo se termina esa inocencia?

Por mi trabajo cada vez veo más chiquillos que hacen la Comunión por el simple hecho de tener una fiesta o porque es lo toca. Van a la catequesis medio obligados. Veo niños y niñas que incluso no quieren saber nada de la Iglesia.

Desde nuestras hermandades debemos cuidar que esa inocencia, que esas ganas de sentirse cerca de nuestra Madre sean fuertes como una roca. Está muy bien que se fomente la labor de los grupos jóvenes, pero…  ¿dónde quedan nuestros niños pequeños? ¿Dónde quedan los que empiezan a sentir y a hacerse preguntas? 

Dejemos de mirar siempre hacia los mayores, ¿saben por qué? Porque ellos ya tienen ideas preconcebidas, ya vienen aleccionados. Ya no vienen con inocencia ni el corazón puro. Los niños son los que más nos pueden enseñar y acercarnos al verdadero sentido de todo esto, que no es otro que amar a Dios a sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.