Todavía quedan unos meses para nuestra Semana más preciada y esperada. Aun ni habiendo llegado a Navidad, parece que estemos en Cuaresma. Rumores, firmas, especulaciones… y todo anticipado a 2022.
Un año donde ha habido chorrocientas mil salidas entre magnas y extraordinarias. Un año donde el sentido común y la palabra han perdido el norte. Donde la vida ha pasado a tener otro significado en la que solo, y solo el fanatismo, se hace presente. O quizá donde las hermandades no adquieran el significado de hermandad, así como los hermanos se matan a osti… por querer disolver parte de esta. En fin, un ridículo constante.
También un ridículo el de los programas de YouTube que se les ve a leguas para donde tiran y para donde echan mierda. Que lo único que saben hacer es bloquear a quienes argumentan lo que ellos no defienden, a los que van en contra de su opinión. Y para colmo, el bienquedismo que cierto personaje público se está ganando, o quizá ya se ha ganado, queriendo disolver bandas pequeñas, pero oye, luego en las redes sociales todo son buenas palabras: falserío. Para colmo, la línea sigue con los grupos de WhatsApp para presionar a hermanos mayores a llevar formaciones musicales a sus hermandades, para echar a capataces y para quien sabe más…
Y como no, no iba a ser menos. Con formaciones musicales dejando colgadas a hermandades con un contrato firmado. Y no solo la que conocemos recientemente, ya que hay más y no conviene sacarlas a la luz.
Hay de todo, y solo estamos a noviembre. ¿Qué más nos queda?
Un Santo Entierro Magno aún sin resolver…