Ha pasado tiempo desde la última chicotá de esta procesión de la vida. Han pasado días en los que hemos podido disfrutar de una “Semana Santa de consolación”, ya que no hemos podido disfrutar del tiempo que los cofrades esperamos a lo largo de todo el año con el esplendor deseado.
Pero aun en esos días, el nazareno ha seguido en su fila, paso a paso, siendo partícipe y a la vez espectador de lo que acontecía, tanto en su procesión como en todo lo que la rodeaba.
Y tras los días de análisis de lo acontecido, de rememorar momentos e imágenes de altares y pasos expuestos, parece que la marcha de nuestra procesión vuelve a su camino normal.
Y por ello quiero volver a hacer un recuerdo a la reflexión dejada en el aire en la última ocasión en que este nazareno dejó su mente volar hacia el análisis de un tema, mientras el cubrerrostro garantiza su anonimato.
La reflexión que hice en aquella ocasión terminaba con una conclusión dolorosa: ¿quiénes son los que están al frente de nuestras Hermandades?
Y lo que me hace retrotraerme a aquella reflexión y su conclusión ha sido el deleznable, bochornoso, intolerable y cobarde ataque que una tipeja recién llegada a ministra ha vertido contra todos nosotros, contra los cristianos católicos, contra la Iglesia.
Para todo aquél que viva en su mundo y no se entere de lo que le rodea, hace pocos días, un nuevo parásito político llamada Ione (precioso nombre para una marcha procesional), y de apellido Belarra, se cubrió de gloria para ella, y de mierda para toda aquella persona que tenga un mínimo de sentido común y de criterio, al opinar en el Congreso de los Diputados (la tribuna en la que debemos estar representados todos los españoles, sin distinción de sexo, raza, ideología o RELIGIÓN) que la Iglesia Católica Española es la responsable de “encubrir la violencia sexual hacia los niños”.
Ante la basura que ha sido vertida desde la boca de alguien cuyo único mérito reconocido para llegar al cargo de ministra es el de pertenecer a un partido político, tener 3 años de postgrado, 4 de diputada y uno de alto cargo de Pablo Iglesias, YO, AL MENOS YO, me encuentro con el deber moral, ético, político, humano y cristiano de reaccionar ante tamaña barbaridad y demagogia barata propia de este tipo de personajes. Y ante esa opinión, pues no puede ser categorizada como verdad o hecho, expongo lo siguiente:
La Iglesia no es responsable de encubrir
En primer lugar, la Iglesia, al igual que la Hermandad, el Partido Político, la Nación, o la Comunidad de Vecinos no es nada en sí misma. Como ya he dicho en algunas ocasiones, la Iglesia no tiene una inteligencia o voluntad propia como para poder decidir qué o no hacer.
Muy distinto es que todas esas organizaciones, entidades o colectivos sean el conjunto de las distintas personas que sí tienen una voluntad y una inteligencia propias. Y son esas personas las que deciden y actúan. A veces escudándose en la organización a la que pertenecen para así protegerse de sus decisiones, a veces para dotar de importancia a la voluntad que han expresado dándole un rango de oficialidad.
Por ello, la Iglesia Católica no encubre absolutamente nada.
Cosa muy distinta es que algún Obispo, con cargo, nombres y apellidos, haya encubierto algún acto que sea del todo punto detestable y rechazable para la sociedad. Pues “Ministra de Iglesias” ten el valor de dar nombres y de apuntar directamente con ese dedo acusador que tanto le gusta a los políticos de una tendencia ideológica a quienes hayan cometido esas tropelías y a quienes les hayan dado refugio moral.
Pero para sacar a pasear ese dedo acusador hay que tener mucho valor y valentía, pues un error en la dirección puede llevarte ante los Tribunales por el delito de calumnias.
Luego no es la Iglesia Católica, sino algunos miembros de la Iglesia Católica.
¿O no sería igualmente injusto decir que PODEMOS es un partido que agrede a los policías, deja de pagar a sus trabajadores, miente a sus militantes, se salta las normas de seguridad sanitaria o que invita a chicas de 18 años a ir al baño de un bar porque algunos de sus dirigentes lo hayan hecho y estén acusados y/o imputados en los juzgados por ello, metiendo a todos los seguidores de ese partido?
Yo soy Iglesia y rechazo por completo la violencia sexual
Siguiendo con el argumento anterior, y aquí debiera hacer examen de conciencia mucha gente que se dice católica, apostólica, romana y cofrade, quiero recordar un concepto que parece ser olvidado por muchos: IGLESIA SOMOS TODOS
Por ello, cuando acusan a la Iglesia Católica de cualquier delito, cuando critican a la Iglesia Católica por alguna circunstancia, o cuando el mundo entero reconoce la labor que la Iglesia Católica desarrolla en tantos lugares en los que se la necesita, es a mí también a quien están acusando, criticando o reconociendo. Soy yo quien se siente atacado, triste o lleno de orgullo por pertenecer a la Iglesia Católica.
Y esto no es óbice para que, como miembro de la Iglesia Católica, me sienta entristecido o asqueado por el comportamiento que algunos miembros de esa misma Iglesia Católica a la que yo pertenezco, primero desde mi Bautismo, pero después LIBRE Y VOLUNTARIAMENTE desde mi Confirmación, hayan realizado. O incluso defendido, ocultado o encubierto. Y en especial, los relativos a la violencia sexual de toda índole.
Ante los ataques, SILENCIO
¿Hasta cuándo, hermanos? ¿Hasta cuándo vamos a dejar que nos ataquen, que nos insulten, que maltraten nuestra FE y a nuestras creencias?
Ya está bien de coger las partes del Evangelio que nos convienen y dar de lado las que no.
Ya está bien de ser cómodos y levantarnos de nuestras poltronas. Ya está bien de seguir poniendo la otra mejilla para que sigan abofeteándonos una y otra vez. Quienes nos atacan saben de nuestra condición de mansos de espíritu. Pero muy distinto es tener condición de tonto de corazón.
Han transcurrido varios días desde el personaje lleno de odio, traumas, veneno y anticlericalismo vomitó su basura en sede parlamentaria.
Han transcurrido varios días desde que pudimos ver la noticia en la televisión, para poder comprobar la veracidad de la noticia y la exactitud de la opinión vertida.
Y lo más grave, han transcurrido varios días en los que sigo esperando que alguna Hermandad de Gloria, alguna Cofradía de Penitencia, algún Consejo de Hermandades o Agrupación de Cofradías, algún cristiano haya salido al paso de estas declaraciones para defender a la Iglesia Católica; para defenderse a sí mismo, pues es a la Iglesia a la que han acusado de algo tan grave.
Sólo la Conferencia Episcopal y desde la Redacción de Gente de Paz se han alzado voces en contra de la acusación deliberadamente manipulada y dirigida para promover el odio contra la Iglesia Católica.
Pues lo siento mucho, hermanos.
Yo me quito el cubrerrostro que me da seguridad y anonimato.
Yo me salgo de la fila de nazarenos aborregados que sólo saben hacer lo que hace el nazareno que le precede y lo que le indica su diputado.
Yo protesto enérgicamente contra tanto odio, tanta falsa acusación, tanta generalización encaminada a hacer de un delito personal una actitud delictiva de la Iglesia Católica Española.
Y me encantaría ver que alguna Hermandad, algún Hermano Mayor, algún Presidente de Agrupación o Consejo me siguiera y no encontrarme solo con esta bandera cuando mire hacia atrás.
Aunque no espero mucha compañía en esta batalla. Y de eso se valen quienes nos atacan.