Mi luz interior, Opinión

El consejo florero

Tres semanas hace ya del baño de intereses que prepararon con mimo la mayoría de los hermanos mayores al electo, que no renovado, Consejo de Hermandades y Cofradías.

Casi 30 días en los que por supuesto en el ejecutivo no se ha hecho absolutamente nada, más allá de la toma de posesión de los cargos que tiene lugar esta noche en la Capilla Real de la Catedral.

Pero la tranquilidad durará poco, ya que los inquilinos no podrán ejercer de jarrones chinos en San Gregorio durante los próximos 4 años, dado los problemas y temas a resolver u organizar a corto y medio plazo en el seno de las corporaciones sevillanas.

Para comenzar, los hombres y mujeres de Vélez, entre la que ya no se encuentra la querida delegada de Glorias Miriam Olga De Frutos por la pérdida de confianza del presidente, deberán organizar junto al Santo Entierro y el Arzobispado una procesión Magna para el año que viene, tarea harto compleja teniendo en cuenta los retrasos que han tenido este año en todas las jornadas de la pasión sevillana, incluyendo paradójicamente el Sábado Santo.

Y precisamente el tiempo será otro de los melones a abrir en este mandato, porque el “desmadre” de minutos que se han regalado las hermandades a su paso por Carrera Oficial es inconcebible y perjudicial para una Semana Santa a la que se le saltan las costuras desde hace décadas. Y en esto el Consejo sí deberá ser efectivo e implacable, sancionando a las corporaciones que no cumplan el horario previsto, sean cuales sean.

Por no hablar de otro de los monumentales marrones que seguramente quitarán el sueño, más aún que las despiadadas críticas en redes sociales, al capitán del navío: La reducción de sillas en la Carrera Oficial.

La excusa manida de la pandemia y la sensibilidad de los abonados no servirá ya para atajar, atacar o como quieran llamarlo ustedes, el chino en el zapato que han supuesto las alrededor de 1000 sillas que supuestamente sobran; que dificultan especialmente el trabajo de la Policía Local y Nacional, así como de los propios cortejos de nazarenos e incluso de los pasos por zonas como la Calle Sierpes.

Pero si de trabajo pendiente hablamos, el de la repetitiva reforma de la Semana Santa a nivel logístico y de comodidad de las propias hermandades, es ya una verdadera odisea.

Cambios de día, de posición o la temida limitación de nazarenos ha pasado de ser un recurrente tema de tertulia a una necesidad imperiosa que debe valorarse cuanto antes, y si no que pregunten al estimado Hermano Mayor de la Macarena, José Antonio Fernández Cabrero, con sus casi 4000 criaturas en la calle cada Madrugada.

Sin querer cansar al lector, deben mencionarse por supuesto los titanes temáticos de la pasada campaña electoral: El cambio de sede del consejo; y el añorado Museo de la Semana Santa.

Estos dos asuntos deberían aparecer marcados en rojo en la agenda del presidente, pero si en los comicios se han tocado de pasada por el gobierno saliente, mucho nos tenemos que se guardarán bajo llave en el cajón de las cosas que no tocará ni aunque vengan goteras a la céntrica sede.

Y, con todo el dolor del alma lo decimos, el ejecutivo tiene pendiente la inaplazable mejora de su equipo de comunicación, absolutamente penoso en muchos momentos claves; y el cambio de actitud hacia medios como el nuestro, sobre el que intenta ejercer una mezquina censura desde hace años.

En definitiva, queda más que claro que la Junta Superior del Consejo de Cofradías tiene tela que cortar, por lo que esperamos que dejen al margen la actitud jarronesca, impasible e inútil; y opten por ponerse manos a la obra por esas 125 hermandades que necesitan más que nunca el impuso de su organismo rector.