Cruz de guía, Opinión

La bulla de los bares

Mucho se ha hablado de esto en las diversas columnas de opinión que planean a lo largo y ancho de esta peculiar capital. Un tema que ha sacudido el panorama cofrade jiennense y ha acuciado en especial a la Hermandad de los Estudiantes en la organización de su salida extraordinaria por su 75 aniversario fundacional y más concretamente en el trazado de su recorrido.

Y es que la particular desavenencia viene esculpida entre dos de las pasiones más jaleadas en la capital del Santo Reino. Jaén, si la desconocen por la anterior nomenclatura.

Los bares y la Semana Santa. Dos fenómenos en continua expansión que se complementan pero que a menudo chocan en esas ciudades en las que se ha instaurado el ya tradicional arte de la cerveza acompañada de una procesión extraordinaria. Sí, la cerveza en primera posición. Y, sino que le pregunten a la Cofradía de los Estudiantes el pasado sábado.

Una película repetitiva hasta la saciedad que comenzaría en el preciso instante en el que la Corporación del barrio de la Merced intentó poner un pie en las diversas calles peatonales del centro. Unas calles atestadas de bares y por ende de veladores que obligaron a la Hermandad a modificar su recorrido una semana antes, ante la incomodidad de sus cofrades. Seguidamente y ante una tarde esplendida, un cortejo exquisito y una noche que se presuponía agradable en cuanto a lo meteorológico, la Cofradía se encontró con otro de esos problemas que trae en vilo a la sociedad cofrade jiennense y una disputa constante contra el poder de atracción de los bares y pubs que eclipsaron el protagonismo a la Cofradía en una noche histórica.

En efecto, querido lector. La imagen que recorrió el orbe cofrade de una plaza de Santa María a rebosar en la salida de la modesta cruz de guía de los Estudiantes se quedó en un mero espejismo ante la atenta mirada de quien les escribe. El efecto llamada de los bares vació las calles por las que transitaba una Hermandad que en muchos puntos del recorrido se vio completamente sola, incluso en enclaves emblemáticos como la calle Campanas o la portentosa cuesta de la calle Obispo González en la que apenas se vislumbraba una fila de espectadores.

Un sanbenito clamado al cielo por activa y por pasiva y al que ni siquiera el carácter y la seriedad de una de las Cofradías más señeras de Jaén pudo hacerle frente. Un problema enmarcado en el seno de una sociedad que sueña con noches eternas de borracheras y desvarío y que se ha olvidado por completo de su historia y sus raíces. Una sociedad, ésta, la jiennense, en la que existe cierto sector que mira por encima del hombro a otras ciudades de la provincia con mucho más sentido de pertenencia y arraigo en sus tradiciones que la propia capital, y que poseen en su ADN el desgraciado fenómeno de la despoblación imparable.

Es largo el camino que tienen que recorrer las Cofradías y, por ende los cofrades, no se lo voy a negar. Y deberán llevar a cabo una gran difusión de la cultura cofrade ante una tesitura que acucia a la Semana Santa directamente. Que aunque esta sea el medio más importante de atracción de masas, no nos podemos descuidar.