Querido lector de cruce de gallardetes:
Entre tanta procesión en este veroño, que ya no sabe uno si es extraordinaria, ordinaria, magna o porque le toca, quisiera compartir con vosotros un debate que cobra fuerza en mi entorno cercano.
Sabéis, que ya es un ritual la lluvia de pétalos que se realizan a nuestras titulares marianas especialmente. Se recolecta dinero para que las mismas sean abundantes, se anuncian en que parte del recorrido será para que haya bulla, se escoge una marcha acorde el momento y se graba para luego hacerlo viral en las redes sociales. Pues bien, flores, flores, flores y más flores, que no cese ese piropo a María Santísima y que los vivas acompañen en euforia esta muestra de amor a la Madre de Dios.
Pues bien, parece ser, que ahora, poco a poco, se está instaurando la moda de sustituir los pétalos de flores, por papelillos de colores, de textura ligera, que son más aparentes. El efecto óptico, indudablemente, no tiene color, los papeles, flotan durante segundos en el aire, llenando el espacio durante unos instantes de color, fiesta y más baratos.
Y como en todos los factores de la vida, el debate ya está abierto ¡Faltaría más! Hay quien dice que es maravilloso, que el efecto visual no tiene comparación con las petaladas y que no tiene nada de malo. Por el contrario, están los que no ven esta lluvia de papelillos, pues argumentan, que la Virgen y al Señor deben de recibir flores y no papelillos, como si fuera la confetis de una nochevieja o la final de la champions.
El debate, está servido ¿Y tú, eres de papelillos o eres de flores?