La suspensión de la Semana Santa 2021 ha sido un pellizco que todo el mundo intuía desde hace meses por el exquisito pesimismo de las autoridades civiles y la franqueza robusta de las religiosas.
Tras el golpe, toca sanar heridas. Una labor encomendada a nuestro estimado y siempre diplomático Marcelino Manzano, delegado de hermandades. Don Marcelino ha salido de la Cueva de los Canónigos, antes Catedral de Sevilla o Santa María de la Sede, para relativizarlo todo.
El encargado eclesiástico de las cofradías hispalenses nos ha regalado un bote de vaselina espiritual para Navidad. El lunes acaparó durante unos minutos los micrófonos radiofónicos para hablar de la prontitud para saber qué ocurrirá en Semana Santa, descartando al mismo tiempo el traslado de una imagen a la Catedral durante el Triduo Pascual. Al mismo tiempo invito a los hermanos a vivir ese momento penitencial previo a la Resurrección junto a las hermandades, en las iglesias y parroquias. Y, ahí va la propuesta estrella, pues ni descarta ni confirma una Salida Extraordinaria de la Virgen de los Reyes.
Yo personalmente me quedo igual. No comprendo que una noticia que conocemos desde hace mucho tiempo quiera matizarse con una posible salida de la Patrona de Sevilla como regalo de compensación. Si es pronto para discernir sobre lo que ocurrirá en poco más de tres meses, cómo no lo va a ser para estar barajando una Salida Extraordinaria que tendría lugar en agosto como muy pronto.
Este sin sentido es impropio de un órgano tan importante del Cabildo Catedral. Vuelvo a apoyar la suspensión de la Semana Santa porque es algo inviable en este contexto. Verdaderamente inviable. Se puede dar culto al Señor de muchas formas, pero la Estación de Penitencia tendrá que ser emocional por segundo año. Lo que no es razonable es ese ocultismo, el misterio tan patético que se traen los guardianes del templo más grande de la ciudad, que son quienes realmente están decidiendo lo que se hace o no en las hermandades sevillanas desde el mes de marzo.
Por ello es difícil entender la moto a la que sube Don Marcelino. La Iglesia de Sevilla no puede marcar tanta distancia de los fieles. Todos somos iglesia. La transparencia es fundamental. No ocurre nada por confirmar que se está valorando la idea de procesionar con la Virgen con un carácter especial, o que incluso se estudia un Magna para el otoño coincidiendo con el 75 aniversario de la que tuvo lugar en 1946 por la Proclamación de dicha imagen como Patrona de la Archidiócesis.
Es frustrante que estas cosas ocurran en el siglo XXI. La comunicación es esencial en cualquier empresa, institución u organización pública. La Iglesia lo es, y tiene esa asignatura pendiente. Los cristianos y cofrades de Sevilla tienen derecho a saber escrupulosamente los temas que rodean a la diócesis. Los canónigos de Sevilla Siguen metidos en una burbuja, y eso afecta negativamente a las hermandades.