Diez años no son nada, o acaso toda una vida. La visión personal e intransferible del inexorable paso del tiempo estriba en un cúmulo de circunstancias que determinan de qué manera subjetiva cada ser humano aprecia cómo los instantes se van escapando paulatinamente de entre los dedos para terminar convirtiéndose en recuerdos. Como los recuerdos que cada cofrade atesora para siempre en el baúl de su memoria, asociados a aquella representación de la Madre de Dios que ocupa un lugar de privilegio en el altar de sus devociones más íntimas.
Sentimientos como los que, a buen seguro, habrán experimentado, a flor de piel, los hermanos del Traslado al Sepulcro, a quienes ni la inoportuna lluvia ni los imponderables sobrevenidos, han sido capaz de hurtar haber sido testigos de unas jornadas para la historia y la memoria colectiva, que perdurarán para siempre.
Nuestra Señora de la Salud y Traspaso ha cumplido diez años y con la celebración de esta efemérides, decenas de corazones han latido al compás incomparable de cada uno de los latidos sentidos junto a la bellísima dolorosa de José Antonio Cabello que este domingo, ha protagonizado un especialísimo besamanos, en el que ha estado presente nuestro compañero Antonio Poyato, para dejar testimonio gráfico de una jornada para la historia.