El Consejo General de Hermandades de Sevilla, presidido por Francisco Vélez, ha protagonizado un ridículo espantoso –otro más- con el asunto de la Alameda de Hércules que, de un día para otro, ha pasado de ser la gran apuesta para servir de punto de encuentro de las 15 hermandades participantes en el Santo Entierro Grande, que se celebrará el próximo Sábado Santo, a quedar descartada de manera fulminante en un arrebato de fingida magnanimidad del presidente. “Están fumados”, comentaba divertida una amiga al leer la propuesta original. “Menudo cachondeo”, decía otro, al conocer la retirada de la propuesta. Dos comunicados en sentido contrario en apenas 24 horas, que han convertido al Consejo en el hazmerreír de todo el universo cofrade. Un vergonzoso espectáculo, que ha provocado carcajadas, impropio de una Semana Santa que debería ser líder en la organización de este tipo de acontecimientos -y en todo, si me apuran- y que, lastimosamente, lleva años a la zaga de otras capitales andaluzas, particularmente Málaga, por la nula capacidad de buena parte de quienes presuntamente están al frente de la Sevilla Cofrade.
Un bochorno directamente proporcional a la prepotencia de quienes son capaces de reunirse “con el Ayuntamiento hispalense, representado este último por el delegado de Fiestas Mayores y Gobernación y su equipo”, pero no con las hermandades implicadas, muchas de las cuales se enteraron por la prensa de la propuesta que ya estaba diseñada a sus espaldas sin la intervención de los verdaderos protagonistas que comprobaron, con estupor, que el Consejo había decidido, antes de hacerles partícipes, lanzar los detalles a los medios de comunicación y al mundo entero, vía comunicado, en lugar de reunirse previamente con las hermandades, y adoptar los acuerdos que correspondiera. Claro que, ¿qué se puede esperar, considerando que la propuesta de Magna de Glorias fue desechada a instancias de quienes más mandan en el propio Consejo, por un ataque de cuernos derivado de que la hermandad que la gestó no había actuado con la sumisión que implicaba pasar por el aro de que pareciese que la propuesta emanaba de la calle San Gregorio y que se airease sin contar, repito, con “quienes mandan”? Un episodio de exacerbada chulería que, complementado con la actitud despótica evidenciada en este asunto de la Alameda merecía una respuesta en similares términos: ¿no cuentas conmigo y aireas la propuesta sin conocer mi respuesta? Pues te la tumbo. Ya saben: “quien a hierro mata, a hierro muere”, como subrayaba hace unas horas un miembro de Junta de Gobierno de una de las Hermandades perjudicadas.
Ya están ustedes enterados de lo sucedido, se lo contábamos hace unas horas. “En la tarde de ayer fueron convocados los hermanos mayores de las cofradías invitadas a una reunión en la sede del Consejo, en la que algunos hermanos mayores expusieron las dificultades que tendrían para llegar hasta la Alameda, en los itinerarios, y también en los horarios, que les obligarían a anticipar la salida. Una vez escuchados sus razonamientos, el presidente del Consejo, Francisco Vélez, intervino y afirmó que se retiraba la propuesta para confluir en la Alameda”. ¿No hubiera sido más lógico trasladar la propuesta a las hermandades implicadas antes de hacer público nada para convertir en protagonista a quien sólo ha de estar para organizar, del modo más silencioso posible en lugar de propiciar este patético espectáculo? ¿Era necesario este ridículo? ¿Quién asesora a Vélez en estas cosas? ¿Cuál era el miedo? ¿Qué se filtrase a la prensa como ocurre siempre? ¿Y la solución era hacerlo público sin contar con las hermandades? ¿Antes de que lo filtren otros lo zampo yo? ¿En serio? ¿Es ésta una manera seria de actuar?
¿O tal vez a algunos de los agentes en liza les interesaba dar la imagen de que unos han querido concebir un espectáculo para el pueblo frente a los rancios de siempre que quieren una Semana Santa reservada en exclusiva para los “pudientes” que tienen silla en Carrera Oficial? Ya se han multiplicado muchas voces en este sentido en las redes sociales… pueden comprobarlo ustedes mismos. Porque de ser así, señores del Consejo, han sido ustedes engañados, manipulados, utilizados. No perdamos de vista que el mismísimo presidente del Consejo, Francisco Vélez, -poniéndose medallas- afirmaba que “el objetivo del Consejo, además de garantizar la seguridad y la óptima organización, era marcar un punto de encuentro que posibilite a los sevillanos y visitantes tener la oportunidad de disfrutar de este hito para la ciudad y con la propuesta de la Alameda permitiríamos un entorno amplio”… Y ahora vienen los hermanos mayores de “rancio abolengo, arcaicos y retrógrados, a fastidiarlo todo”. Saquen sus propias conclusiones.
En la recogida de cable, el presidente del Consejo, el omnipresente Francisco Vélez (Paco para sus amigos), afirmó –otra vez- que la propuesta para ampliar los recorridos y establecer el punto de encuentro en la Alameda de Hércules se había planteado con la intención de que el cortejo pudiera ser visto por más personas, al disponer de unos 15.000 metros cuadrados más. Aunque añadió que “en todo momento se dijo que era una propuesta, no una decisión definitiva, y no queremos causar problemas a las hermandades invitadas”. Y desvelando que ante las dificultades que expusieron algunas hermandades invitadas, y como el CECOP no estimaba convenientes las otras tres propuestas estudiadas (plazas de la Concordia, Museo y Magdalena), por motivos de seguridad, el Consejo había decidido suspender la propuesta y no establecer un punto de encuentro para los pasos antes de la carrera oficial. Por ello, el recorrido del Santo Entierro Grande no se prolongará y empezará en la Campana. O sea, lo de siempre “por culpa de los de siempre, aunque yo haya hecho todo lo posible”. Sin comentarios…
¿Nadie pensó en los itinerarios que debían haber sufrido un buen número de hermandades participantes e incluso las horas a las deberían haberse puesto en la calle? Recordemos que los cortejos hubiesen accedido por dos recorridos comunes alternativos que hubieran sido la calle Santa Ana por el oeste y por la calle Barco por el este y una vez en la Alameda de Hércules las cofradías hubieran discurrido por la calle Trajano y Plaza del Duque –tramo de El Corte Inglés- para iniciar la carrera oficial en la Plaza de la Campana. El resultado podría haberse traducido, incluso –tal y como han indicado algunos hermanos mayores-, en la renuncia de algunas de ellas a participar. Un extremo que hubiese sido patético. Menos mal que la firmeza de los hermanos mayores ha impedido el bochorno de presenciar como se caían algunas de las hermandades, aun a costa de que algunos utilicen todo este asunto para atacar a los hermanos mayores sensatos que, en el ejercicio de la toma de decisiones que legítimamente les corresponde han puesto coto a esta propuesta absurda, en lugar de defender, como hacen siempre, a un equipo inútil cuyos máximos responsables deberían dimitir ipso facto, de tener lo que tienen que tener, después de un nuevo ridículo perpetrado por el Consejo.