La gente no cambia

Hace unos días vi una fotografía que llamó mi atención, una imagen en la que aparecía una mujer con un cargo que le viene como anillo al dedo, pero que de verdad no entiendo su aceptación, o sí. Yo me entiendo.

Hay un refrán que dice «si quieres conocer a Juanillo, dale un carguillo», pues eso estoy viendo yo, quien es Juanillo, Juanita y otros nombres del Santoral. En la vida hay que elegir. Elegimos desde que abrimos los ojos cuando despertamos y, evidentemente tenemos que ser conscientes que todo acto tiene consecuencia. No llego a comprender como las personas se  por un simple cargo, un simple sitio para el que, en demasiadas ocasiones no se está ni preparado.

Hace poco, hablando con una amiga le confesaba que no entendía el comportamiento de una persona que ostenta vara de mando, una vara que debía ser de unión y sin prepotencia o arrogancia. Ella me confesó que la persona a la que nos referíamos le llegó a confirmar que todo lo hecho hasta el momento había sido para llegar a donde ha llegado, a tener entre sus manos una vara que no deja de ser metal frío, como su corazón. Incluso una amistad es utilizada de mala manera.

¿El fin justifica siempre los medios? En este caso para mí no. Una amistad no se debe utilizar para llegar a más gente y ganar posición dentro de una Hermandad o el mundo cofrade. Dejemos la corrupción para las novelas y los jueces (por desgracia).